Nacidos en Sitges en 1980, de Jordi Milán y Vicky Plana, La Cubana es una de las formaciones de teatro catalán más longevas y queridas. Algunas de sus creaciones, como Cómeme el Coco Negro, Cegada de Amor, Les Teresines, Una noche de ópera o Campanadas de Boda, forman parte del imaginario colectivo. Practican un teatro cómico, inspirado en la vida cotidiana, exuberante, colorido. “¡Son muy exagerados y gritan mucho!”. Se lo dicen ellos mismos en la comedia-funeral Adeu, Arturo en el cartel en el Teatre Coliseum. Hablamos con Milán, el incombustible director de La Cubana.
Sufríamos por si no venía a Barcelona vuestro nuevo espectáculo.
Hemos tenido que remontarlo todo. El bicho nos enganchó haciendo funciones de Adeu, Arturo en el Teatro Calderón de Madrid. Ya lo habían visto trescientos y pico mil personas, pero sabíamos seguro que queríamos hacerlo aquí para celebrar los cuarenta años de compañía.
Un cuarenta aniversario que fue en el 2020
Pero los llevamos celebrando desde el año pasado, con la exposición en Sitges [que se podrá ver en el Palau Robert en otoño de 2023]. Somos gente que nos gusta la fiesta y el cachondeo, celebrar la vida. No podemos evitarlo.
«Som gente que nos gusta la fiesta y el cachondeo, celebrar la vida»
La pandemia no nos ha cambiado nuestra forma de hacer las cosas. Siempre hemos estado muy acostumbrados a improvisar y adaptarnos a lo que nos encontramos. La misma gira de Adeu, Arturo se adaptaba 100% a cada ciudad, como si hubiera sido creada ex profeso para cada sitio, con canciones, escenas y chistes locales.
Ahora lo adaptáis… al Procicat.
Ya he escrito cuatro versiones en función de los tipos de normativas que han ido poniendo. Pero la idea no ha cambiado. Con los años hemos aprendido que, a veces, es mejor borrar y empezar de nuevo. Repensar todo. Si no podemos hacer las cosas como las hacíamos, nos inventamos un nuevo sistema.
En Madrid disfrazaba a todas y cada una de las personas que entraban en el teatro. Servidor iba de tuno.
Nos gusta tocar a la gente, disfrazarlos o menearlos, como hemos hecho siempre. Ahora no podemos, pero tenemos imaginación suficiente para darle la vuelta y hacerlo de otra forma. La forma tal y como estrenamos el espectáculo en España hoy es imposible de representar, pero para nosotros lo esencial es contar historias donde el público vea que ellos son los inspiradores, los guionistas. Nos gusta que la gente participe, sí… Pero hacemos teatro, no jugamos al escondite. Podemos jugar de muchas formas.
¿No os da miedo reír de la muerte?
En realidad hablamos de la vida, de lo importante que es vivir el momento, practicar un carpe diem constante y dejarte de puñetas. Arturo vivió haciendo siempre lo que le daba la gana. Era contrario a todos los ritos post mortem, todo ese teatro que se hace cuando desapareces de este mundo.
Como Arturo, vosotros tampoco paréis a descansar.
No, no… [Ríe]. No sabemos. Durante la pandemia hemos trabajado mucho. Somos muy optimistas y positivos, así que estamos preparando cuatro nuevos proyectos, tanto de teatro como de televisión.
¿Televisión?
Hemos hecho anteriormente y nos gusta. Pero siempre nos acercamos a partir del teatro, que es lo nuestro. Hemos ideado proyectos muy interesantes y estamos a la espera… A ver si alguien los compra.
¿Llegará la esperada segunda temporada de Les Teresines?
Está escrita, pero de momento la tenemos guardada en el cajón. Da risa… a todas las protagonistas les toca la lotería y se convierten en millonarias.
Les Teresines son casi más famosas ahora que en el 92. Filmin las ha puesto en su catálogo, y la cuenta de Teresinología todavía causa sensación cuando analiza la actualidad con frases de la serie.
Lo encuentro divertido. Han sido un fenómeno grande, y mira que en ese momento yo no creía mucho en ellas. Grabamos la serie pim-pam, y cuando se estrenó no gustó demasiado. No está nada desactualizada, pero los jóvenes se acercan desde el kitsch. Pero ellas están muy vivas, siguen mostrando la Catalunya profunda.
¿Ha cambiado, Cataluña, en estos treinta años?
Si y no. Las Teresinas siguen intactas. Todos tenemos un espíritu teresino y la esencia queda. No hace falta ir muy lejos para descubrir teresinas y teresinos del siglo XXI.
¿Por ejemplo?
No me hagas decir nombres, pero ellos ya lo saben. Ser Teresina es una filosofía, una forma de pensar y de ser.
“Ser Teresina es una filosofía, una forma de pensar y de ser”
Vuestras redes sociales son un museo de historia del teatro.
¡Somos barrenderos! Nos gusta guardarlo todo, y tenemos grandes archivos digitalizados y muy bien ordenados. Durante la pandemia nos entretuvimos en publicar vídeos y noticias de cosas que ni nos recordamos que habíamos hecho. Ruedas de prensa, entrevistas de tele, espectáculos hechos a medida para eventos. Los años te hacen tener memoria selectiva y borrar muchos recuerdos, y al verlo hemos reflexionado mucho si ahora podríamos hacer todo aquello…
¿Y qué?
Lo único que tenemos claro es que hoy en día La Cubana no podría haber nacido. Éramos un grupo de teatro amateur de Sitges que tuvimos la gran suerte, con mucho trabajo y mucho trabajo detrás, de vivir 40 años haciendo teatro artesanal, de una forma muy atípica que no se corresponde con cómo funciona este mundo. Hacíamos realidad cualquier parida mental que nos hiciera reír, inspirándonos en sucesos que leemos en los periódicos, historias que oíamos de la gente… Nos colgábamos de edificios, nos metíamos en escaparates, montábamos sarao en plena calle…
«Hoy en día La Cubana no podría haber nacido»
Actualmente, hay gente joven mucho más preparada y con muchas más ideas que todos aquellos que nacimos en los 80. Pero no es lo mismo: hay mucha normativa y todo está muy controlado. Ahora ya no se promociona la locura, que es muy importante por la creación. Sin locura es difícil que surja nada interesante. Los jóvenes de ahora tienen la materia prima, pero no pueden desarrollarla. Lo tienen jodido, la verdad.
En los ochenta todo estaba por construir.
Pero nosotros sólo pensamos en el presente, el futuro ha venido viniendo. Nunca hemos premeditado nada… Un espectáculo ha llevado al otro y hemos ido fluctuando en medio de todos los follones. Las crisis nos han ido pasando por delante. Y aquí estamos.
También os ha crecido la familia.
Por La Cubana ha pasado mucha, mucha, mucha gente. Pero tenemos un núcleo y un equipo creativo que somos los mismos desde el principio: los hermanos Castells i Planes, que hacen las escenografías; Raúl Pascuali, que hace el diseño gráfico; Cristina López que hace los vestuarios; Leo Quintana diseña las coreografías; Joan Alonso, con las caracterizaciones; o yo que tengo las ideas, dirijo y escribo los guiones. Los actores van y vienen, hay diferentes etapas, pero siempre hemos sido mucho integrar a mucha gente nueva.
Per Andreu Rami | @andreuramib
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