Una noche sin luna es una pieza conmovedora y sorprendente que nos habla de Lorca desde una sensibilidad del siglo XXI, como si el propio Federico estuviera hoy aquí entre nosotros. El viaje que plantea la función no es un viaje arqueológico, sino una forma de conocer, a través de su obra, nuestra propia realidad. De esta forma, la obra se convierte en una pieza viva, atrevida y dinámica donde la palabra de Lorca, su vida y su mundo sirven de espejo del nuestro. La inteligente y sorprendente dirección de Sergio Peris-Mencheta saca a Lorca de las entrañas de la tierra con un sentimiento artístico bien palpable. Un inmenso Juan Diego Botto nos inyecta una infusión necesaria de corazón y sentimiento, de verdad y reflexión, en un viaje que nos hela la sangre.
Teatro Barcelona: ¿Qué nos robaron el día que mataron a Lorca?
Juan Diego Botto: Nos robaron uno de los mejores poetas que ha tenido nuestro país y posiblemente uno de los mejores dramaturgos. También, la posibilidad de leer casi con certeza algunas obras maestras que hubiera podido escribir y uno de los representantes más importantes de la voluntad de convertir a España en un lugar mejor.
Lorca murió, según Ian Gibson, una noche sin luna. Qué paradoja que le mataran en una noche precisamente sin aquella luna que él había descrito tantas veces.
Lorca es el poeta de la luna, cuya cita muchas veces, tiene una enorme carga significativa en su poesía. Esa fatídica noche hubo oscuridad. Me parecía que había una carga simbólica importante en esa oscuridad, presagio de una larga oscuridad que presidió nuestro país durante 40 años.
Vivimos en un país que aún no sabe dónde está el cadáver de Lorca.
La herida abierta que implica a Lorca para nuestra sociedad es una metáfora de la herida abierta en una sociedad que aún no tiene resuelto el problema de las víctimas del franquismo. Él sólo es el símbolo de los miles y miles de personas que siguen enterradas en las cunetas. Hablar de Lorca es hablar de una figura que, para mí, es enormemente relevante. Hablar de Lorca es hoy hablar de nosotros mismos. Significa hablar de un fragmento de la historia de nuestro país y de un momento histórico de cruces que fue éste, que siento que tiene ciertos paralelismos en la actualidad.
Si el pasado no dialogase con el presente, no tendría mucho sentido.
Si la obra no aportara algo sobre nuestra actualidad, sobre nuestro presente, creo que no tendría mucho sentido. Siento que algo hace, más allá de lo interesante que es un recorrido por aspectos de la vida de Federico que no son los que más conocemos popularmente.
«Comparto sus inquietudes y melancolía, su desesperanza, su anhelo de progreso y su preocupación por la incultura»
Nos plantea desafíos y opiniones del poeta que haríamos bien en tener presentes por su estimable valor crítico, cultural e incluso sociológico.
Comparto los sentimientos de un Lorca lleno de finura, generosa, inteligente, vital, veraz y valiente: sus inquietudes y melancolía, su desesperanza, su anhelo de progreso y su preocupación por la incultura. Indaga, inspecciona con serenidad y pasión: desde su experiencia como codirector del grupo de teatro ambulante La Barraca, de orientación popular, su relación con la prensa, sus amores, la tensión de los últimos años y, con todo ello , nos acercamos a temas como el papel de la mujer bajo su mirada siempre poética y reivindicativa, la necesidad de la libertad artística y de expresión, la lucha por la libertad de identidad sexual o la importancia de la memoria.
Una noche sin luna es teatro dentro del teatro, por tanto, la imagen escénica dentro de sí misma.
El espacio escénico lo va construyendo el propio personaje. Por tanto, la luz, la imagen escénica, surge de esta construcción. Tiene una narrativa que surge desde dentro del personaje y desde afuera en una combinación muy armónica. La iluminación tiene un componente narrativo importante, es necesario mantener un equilibrio entre esto y la propia plástica que se crea con la luz. Pero ante todo debe haber belleza, pasión y sentido de lo justo desde lo social, ya que Lorca es todo esto.
Sergio Peris-Mencheta se ha convertido en un compañero de oficio ideal.
Una noche sin luna es nuestro segundo trabajo teatral juntos, después de Un trozo invisible de este mundo. Nos complementamos bien. Me gusta la mirada que aporta Sergio. Con él, el sentido del humor es posible, la locura y la creatividad.
Juan Diego Botto ha dado un paso más en su carrera y ha debutado como director con la película En los márgenes. Una película no va a cambiar el mundo, por supuesto, pero sí puede abrir un debate sobre los desahucios.
Me gustaría que En los márgenes fortalezca este debate y que quienes vayan a ver la película salgan con unas cuantas preguntas. Por actitud y claridad, la película podría ser un simple grito. Su argumento es también su denuncia: la realidad, que también es infierno, de los desahucios.
¿Ser activista o militante, haberse comprometido política y socialmente, le ha perjudicado en su trayectoria?
Por suerte, desde los 18 años he podido vivir de mi profesión. El tema de la memoria y de las víctimas del franquismo, la lacra de los desahucios, no debería ser entendido como un activismo o una militancia, porque es una demanda de derechos humanos tan elemental, tan básica… Y si así se considerase, sería porque estamos haciendo algo mal.
Más información, imágenes y entradas en: