“Parecía escrita para mí”, pensó Josep Maria Pou cuando vio Gegant en el Royal Court Theatre de Londres, la pasada otoño. El gigante mide casi dos metros de altura y es un intelectual famoso y excéntrico, el escritor Roald Dahl, que se encuentra en un dilema ideológico que puede comprometer su carrera. “Hacía tiempo que no encontraba una función tan inteligente y maravillosamente construida”, afirma el actor, habitual del teatro inglés. La obra del dramaturgo Mark Rosenblatt entusiasmó a la crítica y al público, recibió tres premios Oliver y ya se ha transferido a un teatro comercial del West End. La obra se podrá ver paralelamente en Londres y Barcelona, porque Pou corrió a negociar los derechos para llevar el espectáculo al Teatre Romea, donde se estrenará en el marco del Festival Grec, del 5 de julio al 3 de agosto. “Tiene lo que más me gusta del teatro: provoca debate sobre el escenario y hace que el público salga haciéndose preguntas, porque la función todo el tiempo te cuestiona lo que piensas”, dice el actor, completamente absorbido por los ensayos, bajo la dirección de Josep Maria Mestres.
La obra se basa en hechos reales. En 1983, el autor de Matilda y Charlie y la fábrica de chocolate estaba a punto de publicar Les bruixes cuando, en un artículo, comparó a los judíos con los nazis a raíz de la invasión del Líbano en 1982. “Nunca en la historia, una raza había pasado tan rápido de ser víctima a convertirse en asesina”, escribe Dahl. En el mundo anglosajón estalló un escándalo mayúsculo y se le acusó de antisemita. Rosenblatt imagina un comité de crisis en tiempo real en el que coloca a la esposa de Dahl, Felicity (Victòria Pagès); su famoso editor inglés, amigo y judío, Tom Maschler, el creador del prestigioso Booker Prize (Pep Planas); su hombre de confianza, Wally Saunders, quien inspiró El Gran amic Gegant (Jep Barceló) y una joven representante de la editorial en los Estados Unidos (Clàudia Benito). Algunos intentan convencerlo de retractarse, rebatir sus argumentos y advertirle del veto comercial que podría sufrir, y él defiende la libertad de opinión por encima de todo.
Después de ponerse en la piel de un hombre que ama una cabra, de un capitán que quiere vengarse de una ballena y del mismo Jordi Pujol, a Josep Maria Pou no le preocupa ni la polémica, ni tampoco encarnar un personaje tan antipático y sin filtros. “Me divierte hacer personajes de riesgo, colocarme en la cuerda floja. No quiero hacer funciones acomodaticias —asegura—. Prefiero hacer de Hitler en un espectáculo antifascista que no de judío en una función que defienda el nazismo. De ninguna manera se pretende blanquear la figura de Dahl, aunque era un personaje reverenciado que defiende de manera inteligente su postura. De hecho, Gegant muestra cómo alguien tan extraño e impredecible puede llegar a hacerse simpático, cuando es un fascista y un racista”.
El espectáculo aborda dilemas totalmente contemporáneos como el conflicto israelí, el antisemitismo, hasta dónde llega la libertad de opinión, la autocensura, la cancelación, los peajes que tiene la libertad, la separación de la obra y el artista. Dahl se definió a sí mismo como antisemita antes de morir, en 1990. Treinta años después, fueron sus herederos quienes pidieron perdón públicamente por las palabras del escritor, algo que él nunca quiso hacer. Roald Dahl sigue siendo el autor inglés más vendido en el mundo, después de Shakespeare y antes de Dickens.
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