Who killed my father se basa en la novela autobiográfica de Édouard Louis, un grito airado contra el abandono y el desprecio de los políticos hacia las clases trabajadoras más desfavorecidas, una combinación de recortes íntimos de una tormentosa relación paternofilial fracturada por la vergüenza, la pobreza y la homofobia. Con una interpretación majestuosa a cargo de Hans Kesting, que encaja de forma perfecta en toda la propuesta, cabe señalar que la dirección y adaptación de Ivo Van Hove se convierte en el gran magma desde el que todos los elementos alcanzan un valor superlativo. El Grec 2023 volverá a contar con la presencia de uno de los tótems del teatro europeo, uno de los ‘musts’ del festival desde que en 2013 nos deslumbró con Tragedias romanas.
La familia es siempre una fuente de inspiración inagotable. ¿Está de acuerdo?
Sí, por supuesto, porque la familia son individuos que no han elegido vivir juntos, que están forzados socialmente a hacerlo, en el mismo espacio, a respirar el mismo oxígeno, a comer los mismos alimentos, cerca de cuerpos que no se son escogidos. Evidentemente, la familia es una célula en la que existe mucha violencia.
Un juego teatral de muchos encarnado por uno solo.
De hecho, Édouard Louis escribió al monólogo casi como una tragedia griega, un texto muy corto, muy violento, sobre el nacimiento y la destrucción física y social de un padre.
No hay dogma, no hay demagogia, es una situación que parte de un texto muy rotundo.
Es un acto de regeneración, de la vida y de la muerte, del amor paterno, de la comprensión de un hombre homosexual que tuvo que vivir escondido de la familia, pero que acaba no sólo comprendiendo, sino solidarizándose con su padre, ese obrero destrozado por su trabajo en la industria, abandonado por el sistema.
Existen aforismos muy interesantes. Por ejemplo, dice que «somos lo que no hemos hecho, y no lo que hemos hecho».
Louis denuncia la violencia política contra las clases populares, que ven recortadas las ayudas sociales. Este padre vio sus sueños rotos, la libertad y las posibilidades destruidas por la sociedad, por la violencia de clase, por la pobreza impuesta, que se parecía a la de su padre, a la de su abuelo, a la de su bisabuelo. Todos fueron obreros.
¿La masculinidad puede ser una causa de destrucción de la vida?
Desde dentro, padre e hijo, se centran en las consecuencias de ese poder dentro de una pequeña unidad doméstica. Se hacen preguntas sin respuesta. De dónde provienen los ideales masculinos, como arraigan y los métodos de transferencia entre generaciones. Normas de género que inicialmente son opresoras, pero pronto se convierten en comportamientos ásperos que se perpetúan como mitos tóxicos y nocivos sobre lo que significa ser hombre.
Ivo Van Hove: «Si eres una persona LGTBI, tienes cinco o seis veces más riesgo de suicidio que un heterosexual»
Existe un patrón muy claro en el comportamiento masculino que se transmite de generación en generación.
El texto de Louis se fija en la masculinidad heredada y la dificultad de salir de estos rasgos identitarios. Al contar esta historia, en la que el hijo habla directamente con su padre, acusa o le preocupa que pueda ser el mismo hombre que le crió. El lugar donde termina el odio y comienza el amor es difuso.
Define la política de forma muy severa. Habla de una categoría de seres que gobierna a los demás, de algunos grupos que son protegidos y otros que les espera la muerte prematura.
En esta sociedad, si eres mujer puedes morir en manos de un hombre. Hay feminicidios todos los días. Si eres una persona LGTBI, tienes cinco o seis veces más riesgo de suicidio que un heterosexual. Si eres negro o árabe, tienes más riesgo de que te mate la policía. Si tienes un padre de clase obrera, tiene el doble de posibilidades de morir antes de 65 años. La política es esa frontera entre las personas expuestas a la muerte y la gente protegida.
Cuando un texto sólo contiene una voz narrativa singular o un monólogo interior, la dificultad, imaginamos, es encontrar un impacto dramático y una profundidad en el teatro.
Desafías al autor original y explicas la historia desde la perspectiva del dramaturgo, dramatizando las escenas individuales desde múltiples ángulos o la conviertes en un monólogo en el que un único actor debe recrear las voces y experiencias de otros personajes en secuencias de memoria o de fantasía.
Hans Kesting pone cuerpo, pone voz, pone verdad escénica.
Hans se mueve con una cadencia física que describe en cada escena su estado anímico, su evolución emocional y su disposición a cerrar heridas, como si estuviéramos en un antipsicoanálisis, es conciencia, filosofía, belleza, esperanza, solidez.
El espacio escénico de Jan Versweyveld es como una caverna, un dispositivo que proporciona una sensación de proyección, pero también una sensación de contención.
Me gusta crear intimidad y tensión en entornos reducidos, utilizo los elementos narrativos de la historia; este reducto que mezcla los restos industriales, el humo del tabaco y de las fábricas, una cama donde rendirse permite ilustrar recuerdos particulares, mientras que otros son concebidos más etéreos que hablan de una vida definida por la violencia como las paredes golpeadas con el puño. Versweyveld ha creado un lienzo perfecto para ser pintado.
A estas alturas de trayectoria, ¿se sigue considerando un rebelde?
Mi pasión es inventar el teatro siendo lo más radical posible.
El espectáculo Who killed my father ha sido cancelado por razones médicas que afectan a la salud del actor protagonista.
El jueves, 13 de julio, a las 20.00 h, en el Teatre Lliure de Montjuïc, habrá una proyección gratuita del espectáculo grabado. en presencia del director, Ivo van Hove, y de Jan Versweyveld (escenógrafo y diseñador de la iluminación). Más información aquí