Como una de las siete sensibilidades que forman La Calórica, el director Israel Solà imprime en sus piezas una mezcla de humor y política, entendiendo ésta última desde la voluntad de hablar de temas contemporáneos. Els ocells y De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda volverán a pisar Barcelona, el primero, en el Teatre Borràs, y el segundo, en el Poliorama, un hito al que pocas compañías pueden llegar. Solà admite que comienzan «a tener más facilidad porque hay una carrera que te avala, la gente ya sabe quién está llamando» y eso les ha llevado incluso fuera de Catalunya. Teatros del País Vasco, Galicia o Andalucía ya se han llenado con sus montajes: «Algunos incluso cuando terminamos un espectáculo ya nos piden lo siguiente», asegura.
Con todo, Solà explica que con La Calòrica tienen una relación «poliamorosa» que permite que cada miembro trabaje por separado formándose con experiencias nuevas. En este camino, su último estreno ha sido Austràlia, el primer texto que escribe y dirige solo. El proyecto, que inicialmente debía realizarse en La Villarroel, se vio aplazado por la pandemia hasta ahora, que ha llegado a la Sala Flyhard. La obra está inspirada en el caso real de la actriz protagonista, Ester Cort, que viajó a las antípodas para darle un óvulo a su hermana. Más allá de la anécdota, el autor quería hablar sobre la familia, que para él es un vínculo que debe cuidarse y mantenerse: “Estas hermanas se han alejado tanto física y mentalmente que cuando se reencuentran se dan cuenta que ya no son familia, que ese vínculo se ha deteriorado”, afirma. Más allá de la sangre, la unión se sustenta en los cuidados recíprocos.
Solà es consciente de la dificultad de estrenar proyectos, especialmente cuando se está empezando. Es el caso de La Simforosa, la joven compañía que dirige en el montaje He llegit i accepto les condicions d’ús. La propuesta surgió como trabajo final de los alumnos de Eòlia y ahora dará el salto al Tantarantana. «Son actrices muy potentes, con mucha personalidad y que trabajaron mucho», comenta. El director celebra que el proyecto tenga más vida, «al igual que La Calórica tuvo la oportunidad de presentar la Feísima enfermedad, que era un trabajo escolar y que hizo que nos profesionalizáramos». La obra es una creación colectiva que trata sobre la relación actual con la banalidad: «Se nos está comiendo por todos lados, pero a la vez la necesitamos para huir de los problemas», explica. Sobre el futuro de las simfonosas, observa que todavía están en proceso de definición: “Cuando nosotros empezamos no sabíamos que queríamos ser una compañía, simplemente aprovechábamos lo que estaba llegando y poco a poco nos dimos cuenta de que nos gustaba ese contexto”, relata.
La satisfacción con La Calòrica se mantiene y actualmente ya están empezando a maquinar su nueva prenda. En solitario, Solà dirigirá Contracciones, un texto de Mike Bartlett que estrenará en Madrid con Candela Peña y Pilar Castro a finales de enero. También está preparando una propuesta de microópera para verano y la dramaturgia del nuevo espectáculo de la coreógrafa Vero Cendoya. Ésta será la tercera vez que trabajará en danza, después de Bogumer (también con Cendoya) y Nachtträume (con Marcos Morau en la Ópera de Zúrich), un ámbito que le permite trabajar un lenguaje más abstracto. «Yo tengo muchas vertientes de mí mismo y tener diferentes lugares donde apuntar me está llevando a sentirme más creativo, más realizado», concluye.