Por Clàudia Brufau / @claudiabrubo
La Quinzena Metropolitana es un banquete infinito de danza, así que, para aquellos que quieran alguna recomendación para orientarse y no equivocarse de línea de metro, aquí tenéis una pequeña selección personal que espero que os despierte la empatía cinética que llevéis adentro.
Graces, de Silvia Gribaudi
Seguramente uno de los espectáculos de danza contemporánea que últimamente está arrancando más carcajadas en todo Europa. Graces, de Silvia Gribaudi, ¡es una joya de empatía radical! Servidora lo ha podido ver en dos ocasiones y da fe de las mil y una virtudes del espectáculo. Pero, ¿quién es Silvia Gribaudi? Alguien la ha llegar a denominar una profeta del cuerpo. Gribaudi es una coreógrafa italiana que bebe del teatro y que en sus obras busca un vínculo especial con el público.. De hecho, su lenguaje artístico se caracteriza por haber sabido maridar la danza con la comicidad más cruda. Ahora vuelve a la Sala Hiroshima con su cuarteto particular: ella misma acompañada de cuatro bailarines para delirar sobre imperfecciones humanas en el arte más allá de clichés.
La escultura neoclásica de Las Tres Gracias de Antonio Canova es el punto de partida del espectáculo. Un emblema de la belleza, las proporciones y la justa medida –que representa las tres hijas de Zeus Aglaia, Eufrósine y Talia. Bajo un collage musical ecléctico, Gribaudi une fuerzas con tres bailarines Siro Guglielmi, Matteo Marchesi y Andrea Rampazzo para buscar nuevos significados de la palabra “gracia”. Desde que nos dan la bienvenida dando las gracias a cada espectador, los tres bailarines y Silvia desafían con delirio desbordante patrones de belleza, proporción, elegancia y equilibrio para nuestro deleite. Graces es un bálsamo de parodias que, a través de su ligereza, nos hace sentir más libres y felices.
Àer, de Laia Santanach
Otra pieza que repiensa normas sociales y creencias sobre género. Ganadora del Premi Delfí Colomé, Àer de Laia Santanach es una revisión ingeniosa y estética del contrapaso –la danza que se ha considerado precursora de la sardana.
A partir de la música electrónica de Carlos Martorell, y con los bailarines Maria G. Saez y Anna Hierro, Santanach ha creado una de aquellas piezas que emociona tanto a la cabeza como al corazón. De hecho, la pieza evoluciona a través de la tensión con la música y los movimientos bidimensionales que, poco a poco, se convierten en tridimensionales. Un crescendo energético en el que las formas patriarcales se desintegran porque emerja una danza más fresca y femenina.
El Salto, de Jesús Carmona
Recientemente galardonado con el premio El Ojo Crítico de RNE por su valentía y riesgo escénico, Jesús Carmona es un bailaor que desde el 2012 crea espectáculos con su propia compañía. Como intérprete Carmona ha trabajado con las figuras más prestigiosas del flamenco y la danza española –desde Antonio Canales a Olga Pericet– y como coreógrafo se ha ganado una reputación que le ha llevado a girar por todo el mundo y que crean en él teatros como el Sadler’s Wells de Londres.
Gracias a la nueva oleada feminista, muchos artistas también se están cuestionando los modelos de masculinidad. Carmona en El Salto nos despliega un escenario con ocho bailarines y tres músicos para indagar en todas las formas posibles de masculinidad para hacer emerger fantasmas, tabúes y miedos … también algunas virtudes.
Nomad, de Estman – Sidi Larbi Cherkaoui
Se tendría que dar como prescripción médica ver, al menos una vez en la vida, un espectáculo de Sidi Larbi Cherkaoui. Dúctil, ecléctico y prolífico, Sidi Larbi Cherkaoui (Amberes, 1976) -de padre marroquí y madre flamenca- es uno de los nombres imprescindibles de la danza contemporánea. Cherkaoui combina su trabajo como director artístico del Real Ballet de Flandes con la dirección de su propia compañía, Eastman, y su tarea como coreógrafo freelance en ballets, óperas, musicales o en el cine -por ejemplo en Anna Karenina (2012) de Joe Wright. Sus proyectos coreográficos a menudo surgen de encuentros con otros artistas o colectivos.
Con Nomad Cherkaoui nos propone un viaje por el desierto, como siempre, a través de una danza fluida y llena de emociones. Fruto de una invitación de parte del colectivo de artistas checos 420 People, en 2017 el coreógrafo belga creó una pequeña piezas con bailarines de la compañía y el colectivo checo. Dos años después la pieza ha crecido en una coreografía de larga duración, en la que Cherkoui compone un mosaico de piezas animadas e inanimadas de elementos del desierto. Se trata de un homenaje a las criaturas y las personas que prosperan en las condiciones más adversas. El paisaje árido toma vida gracias a la danza, la música y el diseño de vestuario y escenografía. Sin duda, Nomad es una de las propuestas más atractivas de la cartelera de la Quinzena.