Fronteras: de México a Grecia

El TNC presenta Amarillo y Moro com a país, obras programadas dentro de la temática que guía su cartelera este año: el concepto de Frontera.

Hay fronteras físicas, fronteras simbólicas, fronteras emocionales, fronteras artísticas y fronteras invisibles. Las hay que son necesarias para ordenar el mundo, para articular nuestra identidad, y hay que sólo las necesitamos para poder cruzar, para transgredirlas … El TNC se ha propuesto hacernos reflexionar sobre este tema, pero también sobre muchos más: «Esta temporada la hubiéramos podido llamar esperanza de vida ‘o’ los no nacidos ‘o’ las otras realidades'», explica Xavier Albertí, director artístico del Teatro Nacional, y así lo reflejan las dos obras contemporáneas que estrenan.

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AMARILLO, TEXAS

Albertí considera la obra de la Cía. Teatro Línea de Sombra una gran embajadora del teatro mexicano contemporáneo: con más de 180 funciones, hace ya casi 5 años que Amarillo pisa los escenarios, incluyendo los de Estados Unidos, país donde sitúa su la temática conflictiva.

El amarillo del sol y del desierto, pero también el del Dorado y la tierra prometida: todos estos amarillos articulan los «juegos de metáforas que reconstruyen el viaje del migrante» . Amarillo, explica el director Jorge Arturo Vargas, no tiene una puesta en escena tradicional, sino que es una «instalación habitada donde pasan historias. Se crean paisajes que tienen relación con la ausencia de un cuerpo«: el de un migrante que no ha llegado a su destino, y aquellos que lo han visto viajar o han oído hablar tratan de reconstruir su imagen, creando «fantasmagorías». una narrativa atípica, activada por los actores, que dibuja «unos paisajes que son de una plasticidad y belleza espectaculares» para Albertí.

LA PESADILLA AMERICANA

La localidad de Amarillo, en el norte de Texas, era un polo de atracción de inmigración de los años 60, una época donde la gente iba y venía sin peligros. Pero esta frontera entre México y EEUU se ha convertido ahora en uno de los trayectos más arriesgados: durante los últimos diez años, decenas de miles han desaparecido en el trayecto «sin que se haya señalado un culpable», explica Vargas. La obra parte de esta realidad con la que la compañía mexicana se muestran comprometidos y confiesan que no pueden «hacer la vista gorda»: Amarillo «habla de este tráfico, de ese sueño americano con el que tratan de resolver su vida». Se preguntan qué lleva a los desaparecidos del desierto a emprender un viaje tan peligroso, que lo hace aún más cuanto más esfuerzos invierte el país del norte para impedirlo, pues algunos buscan rutas más arriesgadas por los desiertos de Sonora y Tamaulipan. Otros cruzan la frontera clandestinamente en trenes de carga, acosados, para más inri, por bandas de delincuentes.

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«Hay que hacer visible lo que quieren hacer invisible -explica el actor Raúl Mendoza-, diferenciar lo que la gente cree y lo que los políticos dicen». Y es que en su gira por Estados Unidos encontraron que los pueblos rurales hay un desconocimiento total de esta realidad, una realidad de un país que, recuerdan, ha realizado ya dos millones de deportaciones desde el segundo mandato del presidente Barack Obama. La violencia de la que habla la obra es también la que hace que alguien se vaya de su país: Amarillo es la expresión de este vaciamiento, progresivo y lento, de los que no han encontrado una oportunidad para una vida digna, y de un país, México, que actualmente tiene «el 15% de su población en los Estados Unidos».

«Yo no cruce la frontera, la frontera me atraviesa» cita Mendoza, y en Teatro Línea de Sombra quieren golpearnos, también, con los mosaicos que crean; establecer una relación con el espectador y la historia que dibujan, la de esos miles que emprenden un viaje cada vez más difícil. Guiar en una bajada a los infiernos, en un delirio del Dorado.

GRÈCIA MOR COM A PAÍS

Xavier Albertí trae orgulloso a nuestros escenarios el dramaturgo Dimitris Dimitriadis, reconocido entre los mejores contemporáneos, con una obra, Moro com a país, que fue el espectáculo central de la temporada que el Théâtre de l’Odéon parisino dedicó íntegramente al autor, pues «en el imaginario francés Dimitris es la voz clásica moderna«, explica Albert Arribas, director del montaje.

Joan Casas, por su parte, se confiesa un privilegiado por haber traducido por primera vez al catalán un autor neogriego: «parece que la crisis, y el papel de Grecia, nos ha recordado su existencia». Y es que cuando viajamos a la república helénica, ya sea físicamente como a nivel artístico, ignoramos su presente, «un presente que reposa sobre el mármol roto del pasado que buscamos», reflexiona Casas, «la dificultad de Grecia es el ahora».

EL MONSTRUO DEL PASADO

Las primeras frases de Moro com a país son «muy impactantes», cita Arribas: «Aquel año no se quedó embarazada a ninguna mujer. Esto continuó en los años siguientes hasta que se completó una generación sin que ninguna otra generación viniera al mundo». El director lo define como «un texto insoportable, que cambia cada vez que el releemos o representamos. Nos sitúa en planos que van mucho más allá de la palabra«.

El espacio escénico es un campo de altavoces sobre los que caminan los pies descalzos de Màrcia Cisteró que, como una Atenea moderna al servicio del arte y la guerra, defiende y al mismo tiempo se enfrenta a «un monstruo»: «un texto que tanto miedo como te atrapa, con una fuerza brutal -explica la actriz-. Es un esfuerzo titánico». Y lo refleja en la puesta en escena del monólogo: Marcia de pie, sola en medio del escenario, con la única compañía del texto, «luchando ambos por no derrumbarse» -describe el director, Arribas.

Después de la guerra civil, la derecha política griega aniquiló todas las posibilidades de izquierdas, «y nos identificamos», admite Arribas, pero el texto va más allá: «nos lleva a un espacio simbólico de infertilidad, de incomodidad, insoportable. es una Ilíada, un apocalipsis moderno«: un texto que no es ninguna salvación para este país que se lamenta, atrapado en el pasado, pero que es el primer paso hacia la renovación.

Texto: Neus Riba

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