Parece que La Veronal ocupa el espacio que le corresponde entre los escenarios de los Països Catalans, especialmente en Cataluña, donde cuesta que se reconozca el buen trabajo si no has pasado antes por medio mundo. En los últimos años hemos podido disfrutar en primicia (en festivales y programación de temporada) las últimas creaciones de la compañía dirigida por el coreógrafo valenciano Marcos Morau. No voy a extenderme en la larga lista de méritos y reconocimientos de la compañía escénica catalana del momento y su admirado director, aplaudidos tanto por el mundo de la danza como del teatro: es innegable la madurez y consolidación artísticas del equipo de La Veronal.
Hablamos de Firmamento, su última creación estrenada en el marco del Festival Grec de Barcelona este julio 2023 y que estará en cartelera en el Mercat de les Flors durante las fiestas de Navidad (del 27 de diciembre al 14 de enero). El espectáculo no ha sido el mejor recibido por parte del público y la crítica, sino que ha generado cierta polémica en el sector, en mi opinión superficial, porque sólo alcanzaba a un malentendido generado por la sinopsis y la difusión del espectáculo.
Se decía que Firmamento se dirige a los adolescentes, las personas nacidas entre 2005 y 2015, pero el caso es que nadie identificó ningún tópico de las “nuevas generaciones” (pantallas, TikTok, ombligos al aire, cabello de color , relaciones poliamorosas, etc.), sino que encontró los referentes culturales de los adolescentes de los noventa. Yo diría que Morau no quería tanto llegar a los adolescentes de hoy, como hacer un homenaje a su yo adolescente, aquél que todos seguimos siendo para bien y para mal —especialmente los artistas—, porque las experiencias y decisiones de ese yo adolescente van a determinar quiénes somos hoy. De ahí las referencias al mundo del anime y la ciencia ficción, que son los pilares que articulan toda la estética y la dramaturgia del espectáculo.
Si bien esta apuesta puede hacer ganar en profundidad a ojos del espectador “culto”, cinéfilo o habitual de la danza contemporánea, no deja de ser un gesto nostálgico, legítimo, pero lejos de conectar con la especificidad de los adolescentes del siglo XXI . Ahora bien, si debemos dirigirnos a los jóvenes de cara a la formación de nuevos públicos, no habría que hacer ningún discurso en particular, simplemente plantear Firmamento como una propuesta cultural alternativa al consumo de contenidos mainstream actual; un espectáculo que simplemente “te asombra” y te hace pensar a la vez. Porque como ocurre con la película 2001, que a pesar de ser muy lenta, pasan tantas cosas que hay que volver a verla, la última creación de La Veronal es un espectáculo también para volver y digerir con más tiempo todos los inputs , reflexiones y referencias que se hacen.
Por eso, os animo a regalar entradas para ir a ver Firmamento y aprovechar para ir con adolescentes y hacer el experimento, porque, más allá de la polémica, el espectáculo nos recuerda ese sentimiento existencial que todos los seres humanos tenemos, esté más o menos enterrado.
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