Este es el invierno de la dramaturga, actriz y directora Eu Manzanares. Tres son las propuestas firmadas por ella que vuelven a la ciudad: Lo nuestro, El mestre i el mar y Amor a mort. A este momento de efervescencia de Manzanares, se suma una residencia en el Centro Dramático Nacional de Madrid, lo que nos obliga a hacer la entrevista por videollamada.
Teatre Barcelona: Tres espectáculos en cartelera, y estás de residencia creando uno nuevo. ¿Podemos decir que estás en un buen momento creativo?
Eu Manzanares: Es una pregunta más difícil de lo que parece. Yo diría que estoy en un buen momento de cosecha. Tanto Lo nuestro como El mestre i el mar son textos que escribí hace mucho tiempo, aunque se estén programando ahora. ¿Entonces estoy en un momento creativo? Sí, porque estoy creando cosas nuevas, pero sobre todo estoy cosechando los frutos que sembré hace unos años.
Uno de esos frutos es Lo nuestro, que se podrá ver este diciembre y enero en el Espai Texas, pero que, de hecho, estrenaste hace cinco años. En su momento, fue tu primer gran éxito como autora. ¿Tenías ganas de que volviera?
Lo nuestro se estrenó la Navidad justo antes de la pandemia, así que tuvimos en parte suerte y en parte mala suerte. La suerte fue que la última función se hizo un mes antes del confinamiento, por lo que pudo venir mucha gente a ver la obra. Pero teníamos una pila de bolos y funciones previstas que se cancelaron. Que Lo nuestro volviera era algo que tenía que pasar.
Tanto en Lo nuestro como en Nessun Dorma, que presentaste en la Sala Beckett, hablas de una realidad poco presente en los escenarios: la de las familias de clase obrera. A menudo en los escenarios vemos personajes de clase alta, que viven sus problemas desde una óptica burguesa. ¿Crees que faltan otras miradas?
No es que falten, es que falta darles espacio. En una sociedad donde la inmensa mayoría de la gente es de clase obrera, la lógica nos dice que debería haber muchas más historias que hablen de ello en primera persona. A menudo, cuando se intenta reflejar a las clases humildes, personalmente noto que no se hace desde la experiencia. Hay una gran romantización o condescendencia. Falta dar espacio real a estas voces. Quiero pensar que poco a poco se están creando estos espacios. Lo que pasa es que aún nos queda mucho camino por recorrer y, al final, el mundo del arte es muy elitista y cerrado. Yo me siento muy privilegiada de haber podido entrar un poco en él.
En Nessun Dorma, hablas de esto.
Claro, porque es mi lucha también. A veces me pregunto si sigo teniendo la autoridad para hablar de una clase humilde si he podido entrar en este círculo. Me genera muchas contradicciones. Cuando entras en estas dinámicas del negocio, tienes que luchar por no perder tu esencia.
También esta temporada retomas El mestre i el mar, obra que escribiste a partir de la historia real de Antoni Benaiges, un maestro catalán asesinado en 1936 en la zona de La Pedraja, en Burgos. De este caso ya se ha hecho una película y otra versión teatral. ¿Cómo surgió tu proyecto?
Un amigo mío, Sergi Bernal, que es documentalista e historiador, es una de las personas que descubrió la historia del maestro Benaiges hace catorce años, y yo siempre le decía que había que contarla. Justo después de Lo nuestro, me puse a escribir El mestre i el mar y empecé a tocar puertas para producirla. Y, casualidades de esta profesión, porque las historias no son de nadie, justo Alberto Conejero y Xavi Bobés presentaban, esa misma temporada, una obra muy diferente pero basada en el mismo caso. Fue muy frustrante. Un par de años después, me llamaron de Eòlia para dirigir un trabajo de fin de estudios de Interpretación. Después de unas sesiones con los alumnos dije: mira, ¿sabes qué? Para que esto se quede en un cajón, que lo hagan ellos, que son jóvenes y tienen ganas. La sorpresa fue que, de repente, ha tenido el éxito que ha tenido. Son ocho en escena, y entre todos interpretan unos treinta personajes.
El mestre i el mar estará también en el Espai Texas en diciembre y enero, haciendo tándem con las funciones de Lo nuestro. Y, en enero, vuelve al Maldà Amor a mort, que dirigiste y co-creaste con The Feliuettes, y que ha recibido nominaciones en los Premios Teatre Barcelona y los Premios Butaca. ¿Qué diferencia hay entre trabajar con una compañía y firmar tus propios textos?
Es diferente porque, cuando yo hago el texto y la dirección, puedo tomar todas las decisiones. Toda la responsabilidad recae en mí, tanto si va muy bien como si va muy mal. Sin embargo, lo que más me gusta es poder hacer yo todo el proceso. Porque entonces, mientras escribo el texto, ya puedo empezar a imaginar cómo se desarrollará.
Y ahora, lo que estás haciendo aquí en el CDN, ¿qué tipo de proceso es?
Estoy escribiendo yo el texto y espero poder dirigirlo. El resto, de momento, es todo secreto. Soy muy caótica en los procesos de creación, y a menudo cambio mucho de rumbo mientras escribo, así que prefiero no decir nada hasta que esté más cerrado.
¿Tienes algún otro proyecto en perspectiva, como directora, actriz o creadora?
No sé si se puede decir mucho o poco, pero si todo va bien, la próxima temporada abriré la programación de una sala con otro espectáculo nuevo.
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