'Els ocells' de La Calòrica aterrizan en el Teatro Poliorama

Irene Herrero Miguel

Este invierno La Calórica recupera esta aclamada revisión del clásico de Aristófanes en el que la compañía salta al vacío y dinamita sus propias reglas para reflexionar sobre el populismo en la política. El Teatro Poliorama acogerá los meses de enero y febrero esta pieza, con dramaturgia de Joan Yago y dirección de Israel Solà, donde el humor más negro y absurdo se pone al servicio del discurso político para construir una comedia desatada y excesiva.

No había pasado ni medio siglo desde el nacimiento de la democracia cuando Aristófanes estrenó la comedia Las aves, en la que ponía el foco sobre aquellos individuos que instrumentalizan los problemas sociales para beneficiarse. Más de 2500 años después de ese estreno, La Calórica retoma esta propuesta y sigue estirando el hilo, en este caso, un hilo multicolor que baila a ritmo de música electrónica.

Un trabajo «de compañía»

«Siempre trabajamos a partir de ideas, de una manera colectiva», explican Joan Yago e Israel Solà: «Los actores y actrices saben tanto sobre el proyecto como el director y el dramaturgo y eso nos permite aprovechar al máximo la inteligencia ·ligencia colectiva». Joan Yago, por su parte, confiesa que no habría sido capaz de escribir esta obra sin la compañía.

En cuanto a la crisis política que vive actualmente Europa, Yago ha indicado que «la obra no va del auge de la extrema derecha, no va de Trump ni de lo que está ocurriendo en Europa, sin embargo, de alguna manera , sí va de todo esto», y ha añadido: «Lo bonito de este viaje, que empezó en 2018, es que la obra se va resignificando y gana unos sentidos nuevos». Los creadores, además, comentaron que, para ellos, «el populismo no está asociado a unas siglas concretas sino que está asociado a la política y es muy fácil caer en ese funcionamiento».

Desde el punto de vista plástico, la prenda cuenta con todos los efectos necesarios para disfrutar sin perder la atención un instante. El escenógrafo Albert Pascual indica en este sentido que «se puso sobre la mesa la idea de que la escenificación tuviera algo de populista» y eso explica que «la recepción es muy poco crítica, va basculando entre el divertimento y el hecho de darse cuenta de lo que hay detrás de la fachada». Pascual ha destacado, además, que la pieza nació en un momento en el que la compañía no tenía demasiados recursos y, para enfrentarse a este ambicioso y distinto montaje, todos los integrantes de la compañía tuvieron que implicarse . Por ejemplo, las telas de los trajes las teñieron los integrantes de la compañía.

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