Cassandra es un personaje que conocemos a través de las tragedias griegas. Eurípides y Esquilo le dedican un papel menor, aunque siempre fundamental en sus obras. En ellas, es vista por los otros personajes como alguien que está loca, ve el futuro y predice la muerte, es aquel personaje que dice lo que los demás no quieren creer. Cassandra está en los márgenes, en un espacio violento que expone la trama de poder que la incluye y la excluye al mismo tiempo. La tragedia necesita el don de Cassandra para existir, y extrañamente es al mismo tiempo el personaje que la tragedia aniquila en cada escena. La obra del dramaturgo Sergio Blanco es Kassandra con K. Es el personaje de la mitología griega pero tampoco lo es. Es una chica que nació con cuerpo de chico. Habla una lengua que no le pertenece. Kassandra es y no es Cassandra al mismo tiempo. Tal y como anticipaba Harold Pinter «todo puede ser falso y verdadero a la vez», como Kassandra y lo que dice. La actriz Elisabet Casanovas protagoniza este potente monólogo con dirección de Sergi Belbel.
TEATRE BARCELONA: Cassandra tiene el don de adivinar el futuro y al mismo tiempo es condenada a no ser nunca comprendida. Vive recluida en un silencio muy amargo que la condena y la libera al mismo tiempo.
ELISABET CASANOVAS: Cuando un dolor no es reconocido es una humillación y ella ha sufrido mucha. De ahí que quiera hacer justicia contando su historia.
Sergio Blanco hace una relectura contemporánea del personaje, desmitifica la leyenda, reconstruye el mito, reinventa un personaje y le pone palabras propias en la boca. Kassandra predice un nuevo futuro. ¿Qué mensaje quiere dar?
Es un personaje que tiene muchas capas. Es todo lo que no queremos escuchar. Kassandra hace alusión directa a los refugiados. Forma parte de un espectro social, es prostituta, del que rara vez prestamos atención y ni siquiera ponemos el foco.
¿Qué ha hecho Kassandra para dignificar su vida?
A menudo me hago esta pregunta. Todavía no he sido capaz de descubrirlo. Me gustaría que la respondiera el público. La supervivencia es el motivo principal de la obra. Kassandra utiliza el sentido del humor. Es su medio de supervivencia. No pierde nunca el sentido del humor. Por eso busca la complicidad con el público haciendo reír. Tiene un fondo muy bonito.
Sergio Blanco ha optado por acercarse a Casandra desde la óptica de la transexualidad. La Kassandra del Club Odyssey nació con cuerpo de chico pero sintiéndose mujer. ¿Cómo explora la obra el dilema de alguien que sufre por un cuerpo que no se ve como propio?
Kassandra vive encarcelada. Es una primera tragedia. Este es el aspecto trágico inicial, una primera capa, después se acaban construyendo el resto. El personaje que aparece en escena es una mujer. Yo, lo he querido tratar como tal. Empatizo con su conflicto. Es un conflicto muy doloroso. Como Elisabet Casanovas estoy a gusto con mi cuerpo y me considero una privilegiada. La he querido hacer mujer, una mujer trans. Entendiendo el origen de su dolor pero dotándola de femeninidad.
No hay una única historia como no hay una única Kassandra.
No. Desafortunadamente, existen muchas Kassandra. Hay un fragmento del texto que me emociona especialmente. Cuando dice: «I give money to my sisters in the world» (Doy dinero a mis hermanas del mundo). Es una muestra de solidaridad con las mujeres que sufren en este mundo. Siento muy cerca estas mujeres. Para mí son referentes.
Sergi Belbel, en un inicio, pensaba en un actor para encabezar el montaje. Blanco, sin embargo, le hizo cambiar de idea. ¿Cómo te llegó el ofrecimiento de este personaje y qué sentiste cuando te fuiste metiendo en la historia?
Este personaje es un regalo. Cuando leí el texto me entusiasmó. Pedí hacer una prueba y Sergi (Belbel) me dijo que no era necesario. Me daba mucho respeto el texto. No quería tomármelo a la ligera. Todo lo que fue surgiendo en los ensayos, como proceso, ha sido realmente fácil. Nos hemos entendido muy bien. Sergi facilita un espacio creativo de mucha libertad, es un director que lo tiene todo muy claro, hace fáciles las cosas difíciles. Confié en él ciegamente desde un inicio. Yo, que soy sufridora de tipo, te aseguro que no he sufrido nada.
En esta obra no hay cuarta pared. Todo es escenario y escena. Cada vez es un encuentro nuevo y cada encuentro siempre es diferente.
Absolutamente. Me coloca en un lugar de entrenamiento diario muy potente. El público es diferente y también la respuesta. Es imposible hacer esta función a medio gas. El público está muy presente.
Kassandra chapurrea un inglés que se entiende fácilmente, y que utiliza para comunicar al espectador su historia. ¿El lenguaje ayuda a construir el personaje?
El lenguaje es una herramienta más. El inglés roto me ha ayudado a la hora de construir el personaje. No se puede separar la historia del idioma. Forma parte de un todo.
Cassandra tenía un don profético. Elisabet Casanovas tiene un don interpretativo que no para de recibir elogios. ¿Cómo llevas los reconocimientos?
Si la ambición no va acompañada de un trabajo constante puede ser muy angustioso. Creo en la constancia y el hecho de trabajar día a día y no dejar nada para el final. Soy consciente de que todavía me queda mucho por aprender. Me hace ilusión que las críticas sean buenas pero no me gusta quedarme solo en este hecho. No tendría ningún sentido. El trabajo real es el escenario. El arte de contar historias es muy complejo.
Redactor: Oriol Puig