Carme Portaceli dirige El President, una obra de Thomas Bernhard que ataca la farsa política y el poder sin ningún tipo de concesión. Del 5 de noviembre al 28 de diciembre en la Sala Petita del TNC.
Thomas Bernhard nos lleva a casa del presidente (Francesc Orella) y la presidenta (Rosa Renom) de un país europeo en estado de crispación creciente. Acaban de escapar ilesos de un atentado en el que han muerto «el amado perro de la presidenta» y un coronel. La obra se inicia el día del entierro, con los dos personajes vistiéndose y preparándose como si fueran actores en una gran función. Después del entierro, y por temor a un nuevo atentado o una revuelta, el presidente y su esposa marchan del país. Pero no lo hacen juntos, ella se refugia en la montaña y él en Estoril, en Portugal todavía dictatorial. Una elección nada casual porque, según explica la directora, Carme Portaceli, «este presidente representa una clase política a la que, a pesar de vivir en una democracia, le gustaría vivir en una dictadura» en un momento en que también España y Grecia todavía estaban gobernadas por dictadores. «El texto es absolutamente esencial. Tiene una acidez y una inteligencia como pocas veces me he encontrado«, continúa la directora. Francesc Orella asegura, incluso, que es una «vomitada dialéctica de utilidad pública» y «para todos los públicos» porque «reciben todos: artistas, eclesiásticos, estudiantes, políticos…».
La obra, escrita en los años 70, pretende reflejar la hegemonía de la socialdemocracia centroeuropea durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. «Bernhard fue un autor reaccionario. Reaccionó contra un régimen socialdemócrata que él consideraba que no se había quitado de encima el nacionalsocialismo«, explica el traductor de la obra, Bernat Puigtobella. «La obra de la relación entre el teatro y la política», sigue, «mientras que los políticos son malos actores, el teatro podemos mostrar más la realidad y como de falsos son los políticos». Una alegoría política que la actualidad se empeña en hacer volver, asegura, porque «mientras traducía la obra pasaban cosas fuera que son la obra: desde el caso del perro Excalibur las tarjetas negras, pasando por las protestas de los estudiantes de Hong Kong». Como dice Rosa Renom, «cuando miraba las noticias, parecía que continuara ensayando«.
UN RETO PARA LOS ACTORES
«Bernhard quería mantener alejados a los actores que no llegan al nivel con unos textos que piden una precisión que pocas veces se ven en el escenario«, explica el director del TNC, Xavier Albertí. El autor presenta unos personajes pasados de vueltas, por lo que el reto para los actores es que «han de interpretar un personaje que está sobreactuando, sin sobreactuar«, asegura Puigtobella. «Es muy bestia como representa las relaciones entre la gente. No son sólo de un color, siempre hay una parte oscura. El que calla también habla a su manera, no se olvida de nada», añade Renom, que junto con Orella asume prácticamente la totalidad del texto. «Son casi dos monólogos, los protagonistas tienen el 99% del texto«, dice Portaceli, «pero los secundarios son muy importantes, porque tienen que apoyar todo lo que pasa en el escenario».
Texto: Mercè Rubià