El Mesías de Georg Friedrich Händel es probablemente el oratorio más popular que existe. Es habitual que alrededor de Navidad se hagan representaciones diversas en todas partes, a menudo en formato participativo, lo que ha ayudado a aumentar aún más su popularidad. Se puede decir que todo el mundo conoce al célebre Aleluia tanto como el brindis de La traviata o La donna e mobile!
A partir del libreto de Charles Jennens, Händel creó una ambiciosa obra que narra la trayectoria vital de Jesucristo y su trascendencia, la dividió en tres partes: la primera, que gira en torno a la profecía del Mesías y el nacimiento y vida de Jesús, la segunda, que tiene que ver con la pasión y la muerte, y la tercera, que culmina en el fin de los tiempos con una acción de gracias por la redención. El oratorio händeliano alcanza un perfecto equilibrio musical y dramático entre las tres partes con arias y corazones que proporcionan al conjunto una enorme grandeza lírica y teatral.
La obra se estrenó en Dublín en 1742 y más de cuarenta años después, el barón Gottfried Van Swieten vio una representación, logró su partitura y se la llevó a Viena donde la mostró a su hermano de logia francmasona, Wolfgang Amadeus Mozart, a quien propuso que hiciera una versión más adaptada al gusto vienés de la época, como así fue. En efecto, Mozart aceptó la propuesta, puesto que era un gran admirador de la música de Händel; no es difícil de adivinar, por ejemplo, de quién aprendió el músico austríaco el arte de la fuga coral en textos religiosos: basta con escuchar And with his stripes we are healed (vídeo), de la segunda parte de El Mesías, y después, el Kyrie Eleison del Requiem mozartiano para ver sus indiscutibles semejanzas!
Mozart aumentó el volumen instrumental de la obra de Händel (viento, metal y timbales), suprimió alguna parte (corazón Let all the Angels of God, ària Thou art gone up on high), introdujo algún recitativo que potenciara el dramatismo del texto y todo ello contribuyó a trasladar sutilmente la arquitectura barroca original hacia el estilo clásico hasta el punto de que no es difícil encontrar el eco de algún momento operístico mozartiano en el oratorio, tal y como se puede comprobar si se escucha, por ejemplo, un aria tan bella de la primera parte como O du, die Wonne verkündet in Zion (vídeo). La versión resultante de este arreglo de El Mesías, por cierto, contribuyó enormemente al éxito de la obra fuera de Gran Bretaña.
El montaje actual
Por las características musicales y dramáticas del oratorio -la obra original ya tenía un deje dramático notable dado el instinto teatral de Händel-, la escenificación ha sido un rasgo habitual en los últimos tiempos. Sin ir muy lejos, Claus Guth realizó un montaje en Viena en 2009, como si se tratara de una ópera del siglo XX, con una concepción posdramática que representaba de manera del todo actualizada la vida y significación de Cristo. Sin embargo, el montaje que ahora nos llega al Liceu corre a cargo del reputado director teatral Robert Wilson y se estrenó en el 2020 en Londres. En aquella ocasión el montaje fue dirigido musicalmente por Marc Minkowski y su formación Les Musiciens du Louvre, pero en la versión de este año en el Liceu será la misma orquesta del teatro de la mano de su director titular, Josep Pons, quien nos ofrecerá la obra händeliana pasada por la criba mozartiana.
Wilson opta por un minimalismo escénico que ya ha demostrado dominar sobradamente desde la colaboración que hizo en 1976 con el compositor Phillip Glass en la ópera Einstein on the Beach, obra que ya hemos tenido la ocasión de disfrutar un par de golpes en el Liceu (temporadas 1992-93 y 2018-19). Este minimalismo de Wilson se adecua con acierto a la concepción de viaje espiritual que el director ve en la obra de Händel/Mozart por encima de la visión religiosa convencional. Una escenificación conceptual y onírica que sin duda ayuda a proyectar visual y dramáticamente el cromatismo musical que Mozart añadió a la gran arquitectura musical händeliana.
Además de la orquesta de la casa bajo la citada batuta del maestro Pons, el corazón del Liceu tendrá la responsabilidad de hacer lucir este gran oratorio, bien acompañado, eso sí, por unos solistas solventes como son el tenor lírico estadounidense Richard Croft y el sólido bajo croata Krešimir Stražanac, pero sobre todo por la presencia de dos fuoriclase como son la maravillosa soprano rusa Julia Lezhneva, especialista en repertorio barroco y mozartiano y al que hemos visto varias veces en Barcelona, tanto en el Liceu como en el Palau de la Música, y la mezzosoprano lírica Kate Lindsey, que destaca por la delicadeza de un canto aterciopelado y certero, tal y como pudimos comprobar la pasada temporada al interpretar magistralmente a la reina Dido en Dido and Aeneas, de Henry Purcell.
Este El Mesías es, sin duda, un espectáculo único que puede hacer las delicias de un público amplio.
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