El Teatre Lliure presenta el ciclo Tot pels diners, donde Marcel Borràs y Nao Albet dirigen Mammón, Ivan Morales Cleòpatra i David Selvas L’onzena plaga.
Teatre Lliure, martes por la mañana. Anna Azcona, Claudia Benito y Manel Sans están ensayando Cleòpatra con Iván Morales. Acaban hacia las dos y media y por la tarde Sans incorpora a los ensayos de Mammón, de Nao Albet y Marcel Borràs. Por la noche, harán un primer pase sin público. Pronto también recibirá el texto de L’onzena plaga de Victoria Szpunberg que dirigirá David Selvas. Son las tres obras del ciclo Tot pels diners, que La Brutal -la productora codirigida por el mismo Selvas y Julio Manrique- llevará al Espai Lliure de abril a junio. Manel Sans es Dylan Bravo, el personaje que da continuidad a las tres historias. De hecho, para él, no son tres obras diferentes, sino una historia en tres actos que aborda una cuestión como el uso del dinero de manera muy amplia. «Hay entra desde el juego, la prostitución, la mafia, la especulación, los desahucios o la malversación de dinero público», explica, «y es interesante porque Dylan Bravo sale a las tres, es el mismo personaje en diferentes momentos de la su vida».
Que hubiera un mismo personaje en las tres obras lo decidieron entre los diferentes autores durante los primeros encuentros conjuntas. Querían que además del tema en común, el dinero, hubiera algún otro punto de conexión. Así, como explica Morales en su blog de ensayos, los autores de las tres piezas pactaron un arco dramático para el personaje que pasaba «por los tres argumentos, su evolución y su viaje personal».
UN MAMMÓN DEL SIGLO XXI
Sans debe construir un mismo personaje en tres etapas muy diferentes de su vida, en obras que no tienen porque tener el mismo tono o estética y de autores y directores diferentes, pero considera que Dylan «pasa por cicumstàncies que marcan suficiente como para coger caminos muy distintos», por lo que cada obra» el personaje, a pesar de ser el mismo, puede actuar de maneras diferentes».
«No sé si puedo contar demasiado», dice de Mammón. «Lo que puedo contar es de donde viene. El punto de partida es el mito fenicio de Mammón quien, pese a no pretenderlo, al mostrar las piedras preciosas que les ofrece su tierra, Siria, acaba provocando el enfrentamiento de tres familias que, hasta el momento, habían convivido sin problemas. Y Dylan Bravo sería un Mammón del siglo XXI». Pero ¿cuál es el tema o trasfondo de la obra? «La obra habla de qué derecho tenemos como creadores en el uso de dinero público y reflexiona sobre qué es una obra de arte, que es cultura, que es contracultura …», se limita a avanzar Sans.
Borrás explica así algunas cuestiones de la obra: «La tragedia explica la transformación de un grupo de humanos honestos, respetuosos y solidarios en egoístas, desconfiados y violentos. Y no es eso, al fin y al cabo, lo que les pasa a los hombres que han decidido matarse? O es que nacieron siendo malvados? Esta pregunta me vuelve cada vez que recuerdo mi estancia en Siria. Y es la misma pregunta que debemos trasladar al espectador. ¿Por qué, llegados a un punto, decidimos matarnos unos a otros? Quizás la ingenuidad de Mammón cuando piensa que puede ayudar a los hombres y protegerlos de su trágico destino es la misma que sufrimos el Nao y yo pensando que con el teatro podemos modificar conciencias».
A CLEÒPATRA, EL HIJO BASTARDO DE GECKO
«La riqueza por un lado es dificultad para otro», dice Sans de combinar ensayos y pasarse prácticamente todo el día en el Lliure, creando en paralelo dos obras que se han iniciado en tempos diferentes. «Es interesante ensayar las dos obras a la vez porque hacen de vasos comunicantes, la primera influencia la segunda ya la inversa». Morales, incluso, habla del actor como «cuarto equipo creativo del proyecto», por su implicación y el reto que tiene por delante. «Iván es muy generoso, mejor que no me lo crea mucho…», dice él, «pero es evidente que quien tiene más información ahora mismo soy yo. Los tres directores no están juntos, pero sí debemos estar alerta a las pequeñas incongruencias que puedan darse para darle una continuidad lógica, y en parte de esto soy el responsable».
A Cleòpatra Dylan Bravo vuelve a sus orígenes, en el Poble Sec. Ahora, explica Sans, «estamos hablando de otra cosa: los barrios, desahucios, asociaciones, prostitutas… de una realidad social y también emotiva, de vínculos familiares… Después de Mammón Dylan vuelve y debe pasar de alguna manera su calvario». Morales describe el personaje como un hijo bastardo de Gordon Gecko. «Su generación, los que ahora se acercan a los 50, son los que crecieron con la ‘cultura del pelotazo cogiendo poder en el inconsciente colectivo. Individualismo, codicia, triunfo social… El fracaso de Dylan, uno de los que se quedó a las basseroles del «éxito ‘, lo veo como el fracaso de un modelo social y de unos valores», dice el director y dramaturgo. Pero las dos protagonistas, dice Sans, son las dos mujeres: la madre, Isabel, y la hija, Paola. La madre, una prostituta que no se ha podido hacer cargo de la hija durante muchos años, la hija, una joven que llega por sorpresa con una bolsa llena de problemas. Y en medio, Dylan Bravo, el hombre que alquila una habitación en casa Isabel para, después de quince años en una Babilonia de pecado y corrupción, volver a Barcelona para intentar reencontrarse con sus orígenes y desintoxicarse de su afición al sexo de pago y la cocaína.
UNA PLAGA DE RATAS Y RELACIONES MERCANTILIZADAS
En L’onzena plaga, dice el actor, su papel es más secundario. «Estamos en un lugar donde hay una plaga de ratas que inunda la ciudad y Dylan Bravo también viene a ayudar aquí para salvar a la humanidad« (ríe). Su autora, Victoria Szpunberg, explica que la obra tiene que ver con el precio que ponemos en las relaciones personales, con la idea del valor como cálculo intercambiable y con la forma en que el sistema mercantil ha invadido las relaciones más íntimas. Así, aquí encontramos una pareja que no se puede separar por cuestiones económicas e intenta mantener una apariencia de normalidad hasta que esta plaga sacará todas las miserias a la luz.
Texto: Mercè Rubià / Fotos: La Brutal