El baño es, sin lugar a dudas, uno de los espacios con menos glamour de una casa. Y, al mismo tiempo, es uno de los lugares donde una pareja comparte más momentos. Ese pequeño reducto de intimidad donde, entre pastas de dientes y rollos de papel higiénico, se comparte vida y vulnerabilidad es, precisamente, el espacio elegido por Ramon Pardina para situar su primera obra teatral: Desaparellats. Pardina es una de las plumas humorísticas más cotizadas de nuestro país. Está detrás de muchos de los monólogos de Andreu Buenafuente y Quim Masferrer. También es autor del cómic La Furgo y ha trabajado en su adaptación cinematográfica protagonizada por Pol López. El suyo es un humor fino, sutil, conectado con la humanidad y capaz de sacar punta a las grietas. Desaparellats es hija de todo ello: un texto que nace de una ruptura y que mezcla comedia, relaciones de pareja y ciencia ficción.

El punto de partida es tan sencillo como complejo: Ton y Anna son una pareja que, después de muchos años de convivencia, empieza a plantearse cómo sería la vida con otra persona al lado. Y, mientras nadan en un mar de dudas, descubren que su baño los teletransporta a universos paralelos donde encontrarán otras versiones del otro que les harán replantearse con quién quieren estar. Una especie de Todo a la vez en todas partes o Una cuestión de tiempo en versión teatral. Todo un reto escénico que Roc Esquius afronta con ilusión. El director del montaje confiesa que, más allá del género, la obra “es un gran mecanismo para explorar las relaciones de pareja y todo aquello que buscamos y a menudo perdemos persiguiendo ideales que quizá no tienen sentido. Nos recuerda que, a veces, lo que realmente funciona es la naturalidad del día a día, aunque sea un poco desparejado”.

Ricard Farré y Esther López son los encargados de guiar al espectador por este particular viaje por el multiverso. Un viaje que huye de artificios y apuesta por la sutileza. Y eso requiere un trabajo de transformismo muy cuidadoso por parte de los actores. López confiesa que lo más complicado es que “todo el rato dan vida a la misma persona, en vidas muy diferentes”, lo que les obliga a forzar el cambio en “pequeños gestos diminutos”. Para Farré hay todavía una dificultad añadida: “la combinatoria. Cuando el Ton 2 está con la Anna 1, o el Ton 1 con la Anna 3”.
Lo importante, sin embargo, como en tantas cosas de la vida, es dejarse llevar por el viaje. Porque, como explica Esquius, al final la propia vida es cuántica: “las posibilidades siempre están abiertas ante ti, aunque hayas tomado una decisión. El camino nunca queda cerrado: siempre puedes elegir de nuevo”.
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