Davel Puente es un artista especializado en circo, malabares, magia y también teatro, en general. Sus espectáculos han sido presentados en países como Japón, China, Líbano, Marruecos, Puerto Rico, Argentina, Alemania, Italia, Francia, España y Portugal, entre otros. Tras su espectáculo Circo de Autor y formar parte de la histórica compañía francesa Cirque Bidon, presenta su nuevo montaje Le fumiste, un homenaje a la memoria en el que recuerda vivencias de la infancia y otros momentos de su vida. ¿Cómo se puede atrapar un recuerdo? Ésta y otras preguntas se cuestiona su autor y protagonista en este espectáculo en el que los personajes se construyen en escena a partir de elementos sencillos: objetos comunes como botes y vasos, títeres, magia y técnicas circenses.
TEATRE BARCELONA: ¿Dónde surge la idea de crear un espectáculo que una distintas disciplinas?
DAVEL PUENTE: Yo estaba trabajando en un circo tradicional de caravanas por el sur de Andalucía y el empresario del circo era un gran vendedor de humo. A base de repetir la expresión “vendedor de humo”, pensé en escribir un texto sobre un personaje que guardaba humo en frascos y, poco a poco, lo fui transformando… Primero escribí una primera versión pero ha ido cambiando mucho hasta llegar al espectáculo que se puede ver en estos momentos.
T.B.: ¿Cómo un artista de circo llega a presentar un espectáculo de sala?
D.P: El circo es algo muy estético y maravilloso pero tiene un rango de emociones un poco mas reducidas. Yo, quizás, buscaba algo más poético, con más variedad de emociones. Mi oficio es el circo, los malabares y la magia, lo demás es nuevo para mí.
T.B.: ¿Qué ha sido lo más complicado de este cambio?
D.P: Creer en ello. Cuando estás acostumbrado a un lenguaje concreto, es fácil pero, si empiezas con algo muy nuevo, te da la impresión de no estar legitimado. En mi caso, trato de ir creyendo, poco a poco, que, con trabajo, lo puedes conseguir aunque lleva su tiempo.
T.B.: ¿Qué hay de cierto en todo lo que nos cuentas en este espectáculo?
D.P: Todo es autobiográfico, aunque está novelado, en algunos momentos, por cuestiones de ritmo. Pero todas las historias son reales. Todo lo que cuento pasó realmente.
T.B.: ¿Ha habido algún artista en tu familia que se dedicara al mundo del circo?
D.P: Sí. Mi abuelo fue el gerente del Teatro Circo Price de Madrid. No era artista pero, en casa, teníamos una colección muy grande de cosas del circo.
T.B.: ¿Qué recorrido lleva hasta ahora Le fumiste?
D.P: Justo hace un año hice un primer preestreno. Después de varias actuaciones, finalmente, se estrenó oficialmente en abril, en un teatro de Madrid. Después, lo he estrenado en otros cuatro idiomas. Hice una versión en catalán en una feria de teatro juvenil en Mallorca, después en Francia cerca de donde resido y luego en Italia. Ha girado bastante y la verdad es que estoy muy sorprendido. Pensaba pasarme el primer año tranquilo, trabajando en pequeñas salas, y ya he hecho algunos festivales y ferias.
T.B.: ¿Es la primera vez que trabajas en Barcelona?
D.P: Con este espectáculo sí, pero he actuado con un número de circo en el Ateneu en Nou Barris, en un combinado que hicimos en 2011.
T.B.: ¿Cómo ha evolucionado el espectáculo desde su creación?
D.P: Ha habido cambios en la estructura, en la interpretación…Yo no creo que los espectáculos sean algo cerrado. Si tienes ideas nuevas, se tienen que probar.
T.B.: El espectáculo está dirigido a todos los públicos, incluidos los niños, ¿qué crees que ven ellos en este montaje que no vemos los adultos?
D.P: Los niños ven con más facilidad que los personajes cobran vida. En seguida, entienden que un bote puede ser alguien. También creo que, en las partes que hablan de la infancia, conectan un poco más que nosotros. Por otro lado, pienso que se pierden en reflexiones y textos largos, donde los veo que desconectan. Intento equilibrar todo un poco. Me encanta la idea de trabajar para todos los públicos.
T.B.: Se trata de una propuesta llena de sensaciones, emociones y sentidos. Si tuvieses que poner el recuerdo de un olor dentro de alguno de tus frascos, ¿cuál seria?
D.P: Un olor de comida, seguro. Un recuerdo que tengo de pequeño, por ejemplo, es el olor de pollo asado que se cocinaba en mi casa. Me recuerda a las comidas en casa de mis padres con mis tres hermanos.
T.B.: En un momento del espectáculo, caminas sobre tarros de la memoria… ¿quieres decir que los recuerdos hay que transitarlos de puntillas?
D.P: Sí. Creo que hay que tener la puerta abierta y dejar que pasen y entren. No hay que agarrarlos (ni los buenos ni los malos) durante mucho tiempo. Está bien que vayan y vengan. No olvidarlos pero que tampoco se queden atrapados.
T.B.: ¿Qué tiene Le Fumiste que lo hace tan especial?
D.P: Todos los recuerdos que cuento son universales, de manera que cualquier espectador se puede identificar y ver en el espectáculo una perspectiva de su vida. Te da la posibilidad de mirar hacia atrás.
T.B.: Este frasco enorme que estás llenando de los recuerdos de tu paso por Barcelona, ¿qué color tendría?
D.P: Amarillo y blanco. Amarillo como la luz que hay en esta ciudad y blanco como la sala Badabadoc. Me llevo un recuerdo buenísimo de esta experiencia.
Redactora: Neus Mònico