Carmen Machi: "Lo importante es lo que no se ve, lo que pasa por detrás"

Redacció

Por Oriol Puig / @ori_uri

El paso inexorable del tiempo, el final de una época durante la Rusia pre-revolucionaria que supondría el fin del zarismo y unos personajes ajenos a la realidad que se han quedado enamorados del pasado. Chéjov escribió El jardín de los cerezos estando ya muy enfermo. Se estrenó en enero de 1904 y en julio de este mismo año el autor ruso murió. La tuberculosis se llevaba, con 44 años, a uno de los escritores más destacados de la literatura rusa del siglo XIX.

Chéjov escribió esta tragicomedia cotidiana -él mismo la definió así- de una gran riqueza poética y dramática, con unos personajes a veces ridículos e incoherentes, pero descarnadamente humanos. Aplastados por el peso de las deudas, los propietarios de una vieja propiedad se ven obligados a subastar su finca, en la cual hay un emblemático jardín de cerezos. El nuevo comprador, el hijo de los antiguos sirvientes, pretende convertir la propiedad en un complejo de vacaciones. Pero, para aprovechar bien los terrenos, hay que talar el famoso jardín de los cerezos. En este contexto, los endeudados terratenientes avanzan hacia un cruce, pueden esperar y ver qué pasa o pueden intentar salvar la finca sin tener que presenciar la consecuente eliminación del jardín, que representa una tradición familiar.

No es extraño, pues, que este simbolismo del jardín de los cerezos, la última obra de Chéjov, haya sido la obra escogida por Ernesto Caballero para cerrar su periodo como director del Centro Dramático Nacional. Y lo hace acompañado por un reparto de lujo encabezado por Carmen Machi. La actriz, vuelve al Teatre Nacional de Cataluña (TNC) con esta moderna producción. Hace 10 años representó la primera obra de Anton Txèkhov, Platonov. Machi, una fija del director madrileño, interpreta Lyubov Andréyevna, un personaje que representa la libertad, una mujer de mundo que vuelve a la casa familiar consciente de que es la última vez que la verá.

Machi confiesa admirar los personajes chejovianos por tener «una capacidad de amar increíble, sobre todo las mujeres». En este sentido, la actriz, que ganó el Goya a Mejor Actriz de Reparto el 2014 por Ocho apellidos vascos, cree que el escritor ruso «era bastante feminista». Durante la presentación de la obra, Machi ha asegurado que su personaje «no se entera de nada porque no quiere sufrir. Es una mujer enamorada sin remedio de la vida y por eso hace falta que se desprenda de un pasado terrible. Pero ella es capaz de seguir sonriendo. Es una mujer muy libre».

Ernesto Caballero propone ahora una reinterpretación más accesible, prestada a la risa, de sátira amable. En las páginas de El jardín de los cerezos se encuentran condensadas todas las constantes del escritor: el gran caudal poético y dramático que conforman unas criaturas, a veces contradictorias, pero que acaban revestidas de grandeza heroica dada su descarnada humanidad. Aquí reside la complejidad y el reto para los actores. «Es una función difícil y muy rara porque a nivel interno, como actor, tienes que jugar a tapar cosas, ya sea dolor o alegría», ha señalado Machi. «Lo importante es lo que no ves, lo que pasa por detrás». Desde su estreno en el Teatro Valle-Inclán, la obra que podemos ver ahora al TNC ha ganado con rodaje. «Ya hemos podido asumir toda la complejidad y ahora fluye por sí sola, como la vida».

Para ello, contribuye una puesta en escena que presenta a los actores en un escenario amplio y neto, con un vestuario que tanto recuerda al de nuestra época y a la elegancia de finales siglo XIX y principios del XX. La escenografía, acertada, de Paco Azorín destila el simbolismo y la poesía que empapa el texto chejoviano. Es esencial y juega con múltiples espacios y con muy pocos elementos, como una casa de muñecas desmontable que identifica el lugar donde transcurre la acción y algunas sorpresas. Un sólido plantel de actores de diferentes procedencias y con diferentes acentos acompañan a Carmen Machi en el escenario: Miranda Gas, Secun de la Rosa, Paco Déniz, Nelson Dante, Tamar Novas, Isabel Madolell, Isabel Dimas y Karina Garantivá, entre otros.

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