El Espai Lliure se convierte en un centro cívico donde Isabel Rocatti, Aina Clotet, Eduard Farelo, Jordi Martínez y Elena Tarrats dan clases de teatro. Juan Carlos Martel lleva con ellos el éxito internacional de Annie Baker, Joc de miralls, por primera vez en Barcelona.
Parece ser que el director Juan Carlos Martel es un buen descubridor de textos. Si la presentación de L’efecte en la Sala Beckett los Sixto Paz le agradecían y alababan su generosidad en descubrirlos Lucy Prebble, en el Teatre Lliure todos los actores reconocían haber quedado fascinados con la autora de Joc de miralls, Annie Baker. Una autora que según Martel o será un bluf o un genio porque el año pasado, con sólo 33 años, ganó el Premio Pulitzer con su obra The Flick. «El Pulitzer sólo lo ganas si tienes muchos contactos, si eres muy bueno, o ambas cosas a la vez. Yo creo que ella es muy buena», dice convencido Martel. Desde que en 2009 se presentó Joc de miralls en Broadway «ha sido un boom» dice, y se ha estrenado desde Singapur a Moscú, pasando por Argentina.
¿Qué tiene de especial esta autora que quieren sus textos partes? Para Martel hay varias cosas. Una, que para ella cualquier conversación de la calle es susceptible a ser teatral. Otra no menos importante es que, sin renunciar a la tradición teatral, pone sus escenas en el nivel de atención del público actual. No le duelen prendas decir que escribe teatro por el público y por eso mismo intenta situarlas siempre en lugares donde el espectador podría estar allí. A Joc de miralls, por ejemplo, sitúa la acción en un centro cívico, donde un grupo de personas dan clases de teatro. Curiosamente, sin embargo, utiliza muchísimos silencios, y se podría comparar con autores no contemporaneos como Txekhov o Pinter, porque su obsesión por los silencios llega hasta el punto de acotar cuantos segundos debe durar un silencio, cuántos un silencio largo y cuántos una pausa. Esto lo hace, entre otras cosas, para provocar intencionadamente la incomodidad del público y del actor, asegura el director.
Aina Clotet quedó cautivada por la autora desde el momento en que leyó la obra, y reconoce que a partir de ese momento sintió «obsesión» para descubrirla y se puso a leer entrevistas y artículos sobre ella. «Ella dice que ‘todas las personas son brillantes y son idiotas’ y escribe así los personajes, lúcidos pero que también hacen el ridículo», explica la actriz, que considera que para ello «hay incomodidad». Para ella, otra cuestión importante de su obra es que lleva al límite la conversación, «se nota que ha pasado muchas horas escuchando como habla la gente». De hecho, explica Martel, Baker es profesora de la Universidad de Nueva York y cuando un alumno le dice que no sabe qué escribir, responde enviándolo al Starbucks a escuchar conversaciones. Para Eduard Farelo, la autora «intenta trasladar la vida real en el escenario, poniendo la lupa en las pequeñas cosas del día a día que pasan desapercibidas» pero lo hace con «una partitura excepcional».
¿Pero qué pasa en esta obra, Joc de miralls? Ni director ni actores avanzan mucho, porque es una obra «con muchas capas y un código que cada espectador debe ir descubriendo por sí mismo y que es lo que le llevará a ver qué está pasando», según die Jordi Martínez. Lo poco que podemos adelantar es que verá una profesora y su marido, un carpintero, una joven a punto de entrar en la universidad y una supuesta actriz que durante 5 semanas de verano hacen unas clases de teatro más terapéuticas que profesionales en un centro cívico. Martínez, sin embargo, asegura que aunque «las personas somos conflictos con patas y muy hábiles para disimularlo» en cada escena que pase iremos descubriendo algo nuevo de cada uno de ellos. El tono, dice Martel, no será de tragicomedia, sino de comitragèdia, porque aunque comienza como un juego, a medida que se abran los personajes la cosa cambiará. Isabel Roquetti también ha destacado esta evolución de los personajes que, al verse en el espejo de los demás, irán tomando conciencia. «Ver la idiotez en otro y reconocerla en ti, te hace transformar», dice la actriz, que asegura que es todo un reto actoral para que Baker no te lleva como otros autores hacia una conclusión, sino «a lo que más s’assembela a lo que vivimos cotidianamente, un ritmo que te impide tener tiempo de llegar a conclusiones».
Texto y foto de la rueda de prensa: Mercè Rubià / Fotos de la obra: Ros Ribas