Andrés Lima: 'Si se considerara el teatro como un bien público, podríamos estar al nivel de Canadá o Berlín'

Redacció

Tras dirigir el espectáculo inaugural del Grec de la pasada temporada, Les bruixes de Salem, Andrés Lima (Madrid, 1961) vuelve a Barcelona por encargo de Focus y La Villarroel para dirigir La Mare. «No es casualidad», me cuenta. «Con Focus tengo una muy buena relación. Ellos tienen unas inquietudes artísticas que coinciden con el trabajo que yo hago, y a mí me gusta trabajar con ellos. Espero que en el futuro hagamos montajes y algo más que montajes, que no te puedo decir de momento». Sonríe. Se le ve entusiasmado.

Un entusiasmo que muestra también al hablar de la posibilidad de transitar entre Barcelona y Madrid: «Existe un puente ahí que yo particularmente siempre he pensado que era absurdo que no fuera más fluido, más potente. Hay mucha admiración en Madrid por todo el trabajo que se ha hecho en Barcelona, y en Cataluña en general. Además, creo que producir MadridBarcelona es algo relativamente sencillo, muy sencillo, y permite nutrirse no solamente de las diferentes culturas sino de actores, métodos de producción, lengua. Acabo de hacer una entrevista con Emma [Vilarasau] en la que yo hablaba en castellano y ella en catalán, y eso no es nada más que positivo. Y en lo que es difícil, pues habrá que ponerse de acuerdo. No quiero establecer un paralelismo con la situación política CatalunyaMadrid, pero creo que hay mucha ceguera por parte de los políticos en cuanto a una relación que podría ser muchísimo más sencilla».

Lima tampoco escatima elogios hacia su compañera de viaje en este proyecto: «Emma Vilarasau es una actriz comparable a Isabelle Huppert, y no me estoy tirando ningún pisto. Técnicamente puede llevar los mismos registros. Ella y yo llevábamos mucho tiempo persiguiéndonos, con ganas de coincidir, de trabajar, y cuando me dijeron que Emma estaba interesada en este proyecto y me preguntaron que si a mí me interesaba yo dije: “por supuesto, pero con ella”. Y ha sido muy gozoso. Ha sido complejo, porque el personaje y la obra son complejos, pero no ha sido difícil. Ha sido muy bonito trabajar con ella, porque es alguien a quien no tienes que convencer de nada. Es una gran artista».

Andrés Lima cuenta con una dilatada trayectoria en el mundo artístico. Desde sus inicios en la década de 1980, ha trabajado como actor en cine, televisión y teatro. Y aunque su rostro se hizo muy popular entre el gran público gracias a la pequeña pantalla y la serie Policías (2000-2003), su dedicación al teatro ha sido constante e intensa. No en vano, fue junto a Alberto San Juan, Guillermo Toledo y Nathalie Poza, entre otros, uno de los miembros de Animalario (1997-2012), una de las compañías de teatro más beligerantes del panorama nacional reciente, aunque a Lima le gusta matizar este punto. «Lo que pasó es que Animalario se significó mucho con la boda de Alejandro y Ana. De hecho, hoy todavía en los reportajes del caso Gürtel vemos sentados a toda la ristra de invitados a aquella boda. Pero después también hicimos Últimas palabras de Copito de Nieve, Hamelin, que era sobre un caso de pederastia, Penumbra, que era sobre los conflictos internos de la compañía, El montaplatos, que era un Pinter, Tito Andrónico… Aunque sí que es verdad que siempre nos ha interesado el punto de vista sociopolítico. Tanto desde Animalario como fuera. Y la agitación. A Alberto San Juan le gusta más esa vía, y su proyecto actual, Teatro del Barrio, tiene un punto de agitación política para mi gusto interesantísimo. A mí, en cambio, me gusta más tocar más palos y que sea el arte lo que prime sobre cualquier otra cosa».

Animalario marcó, sin duda, un antes y un después en su trayectoria. «Yo asocio Animalario, sobre todo, con la palabra “libertad”. La libertad para expresarte como quieras, la confianza, la fraternidad que había entre nosotros, aunque eso pasaba también por un obligado caos que a veces era insoportable y a veces muy creativo. Animalario ha sido escuela de teatro y de vida. Se formó allí un grupo, una conexión artística y vital muy potente que coincide con el momento en que yo empiezo a tener una visión mucho más personal de lo que es la profesión. Alberto San Juan y yo teníamos la misma visión sobre las cosas. Empezamos a trabajar y a los quince días estábamos estrenando. Fue increíble. Coincidía que yo venía de la sala Cuarta Pared de Madrid y el jefe, Javier Yagüe, que siempre nos ha apoyado, me había dicho: “Oye, Andrés, no tengo nada para el mes que viene, porque se me ha caído una compañía”. Yo iba a ver a Alberto porque el día anterior nos habíamos pasado unas obras cortas, porque yo había visto lo que hacía él y él lo que hacía yo, y nos habíamos gustado. Cuando llegué le dije: “Mira, tenemos que estrenar en quince días”. Y montamos Qué te importa que te ame que fue la primera obra».

Un proyecto que nació con la misma ilusión que tantos otros y desapareció también, como tantos otros, víctima de la crisis, en 2012. «Pasamos por momentos muy difíciles, porque directamente hubo una época que, como había una deuda brutal de los ayuntamientos debido a la explosión de la burbuja inmobiliaria, arrancó la moda institucional de no pagar a las compañías. Ni siquiera nos llevábamos la taquilla de donde hacíamos la función. Una economía imposible. Como vivíamos de las promesas, del “sí, sí, el mes que viene”, nos fiamos y llegó un momento que nos encontramos con una deuda pasmosa, enorme, como muchísima gente, y enseguida, encima, vino el 21 % de IVA, que ya acabó de destrozarnos».

Sin embargo, esta disolución también sirvió para que los miembros de Animalario emprendieran nuevos proyectos artísticos más personales. En el caso de Andrés Lima, el proyecto se llama Teatro de la Ciudad, una iniciativa que arranca de la mano del también director Alfredo Sanzol y que se concibe como una «apuesta por la investigación, reflexión, creación, producción y exhibición del teatro contemporáneo». Un proyecto que establece lazos de complicidad entre directores y productores para llevar a cabo proyectos viables, pero no esclavos de la vertiente económica. «Una de las máximas que tenemos en Teatro de la Ciudad es que el productor apoya la idea artística del director y el director se ciñe a la producción artística del productor, que tiene que ver con el dinero, con los recursos, con todo. Así se genera una obra donde todos los pilares son responsables del resultado final».

Teatro de la Ciudad parte de la investigación para dar forma a sus proyectos. La temporada pasada fueron las tragedias, en las que Lima, Sanzol y Miguel del Arco investigaron sobre Medea, Edipo Rey y Antígona (con un resultado que pudimos ver en el Teatre Lliure en diciembre de 2015) y este año se han lanzado a la investigación de la comedia con Shakespeare como referente. «Este método de trabajo surge de la necesidad, desde la dirección, de profundizar en un tema y poder tener más puntos de vista y un desarrollo más amplio sobre él. Poder estar un año investigando evita tener que hacer unos ensayos cortos e inmediatamente estrenar. En Teatro de la Ciudad invitamos a gente que no solamente pertenece al ámbito teatral. Por ejemplo, para Medea invitamos a filólogos, a historiadores, a traductores, a actores, por supuesto, pero también a psicólogos que nos hablaron de la condición femenina, etc., etc., etc. Todo esto hace que el proyecto sea mucho más multidisciplinar y más interesante y, además, permite probar cosas con antelación, algo que en un periodo corto de producción y ensayo no puede ser».

Su mención a Medea, esa madre que mata a sus hijos, me hace pensar en La mare del título de su última obra y preguntarme si Andrés Lima siente algún tipo de interés especial por las figuras maternas. Cuando se lo planteo, él me mira sorprendido un segundo. «Pues mira, sí. No me lo había planteado hasta ahora mismo. No en términos de madre. Porque yo soy hijo de la ausencia del padre. Le quería mucho, lo valoré mucho, pero él fue un ausente. Yo me he criado en una casa con una madre y cuatro hermanas, y eso me ha marcado. Me gustáis mucho las mujeres y creo que si hay algo que os diferencia de los hombres, eso, puedo comprenderlo bien. Pero además creo que, como dice mi admirado Romeo Castellucci, lo más importante del arte es lo que no se ve. Y yo creo que la invisibilidad de la mujer en el mundo en que vivimos es grave, y eso es muy atractivo desde el punto de vista artístico. Sobre todo para gente que, como a mí, les gusta trabajar sobre la zona oscura, sobre los problemas o sobre lo peligroso que hay en nuestra vida. Además, conforme pasan los años, mi madre cada vez me interesa más (ríe)».

La experiencia y la lucidez de Andrés Lima, le permiten hacer un buen análisis de la situación actual del sector con respecto a las políticas públicas: «Actualmente existe una mayor sensibilidad hacia el buen teatro que en mis inicios en los años ochenta, porque desde entonces hemos visto muy buen teatro. Pero la posibilidad de progresar que teníamos en aquella época no se ha materializado. Es decir, en los ochenta empezamos toda la transición, con todas sus cagadas, por qué no decirlo, pero artísticamente y teatralmente empezó a entrar una sabia impresionante, empezaron a entrar maestros, pudimos ver grandes obras, Madrid y Barcelona eran centros de exhibición y de creación muy importantes, y además hubo algo muy bueno: toda mi generación nació al mundo del teatro sin apenas referentes, entonces hacíamos lo que nos daba la gana. Éramos muy libres. Es decir, la falta de referentes a veces te hace cateto y otras veces también te hace osado. Y eso era muy bonito. Como consecuencia de todo esto, actualmente, en cualquier punto de España encuentras grandes profesionales, y la gente que viene de fuera, y lo sé porque tengo la suerte de haber trabajado fuera, en París, en Suecia, se admiran, y mucho, de muchos de los trabajos que hacemos aquí. ¿Qué es lo que pasa?, que eso no está contemplado, lamentablemente, desde lo público. No lo está. Y por mucho que se empeñen, no lo está. El señor Montoro hace bien poco respondió en el Congreso diciendo que el IVA cultural no existía. Semejante broma ya es de mal gusto. ¿Cómo que no existe? Algo que está machacando a las compañías y es criminal. Estamos, y creo que de una manera premeditada, asaeteados para que no funcione, para que no sea un negocio, porque en el fondo hay mucha gente que va al teatro. Los teatros están llenos en muchos casos. Si le quitaras ese gravamen fiscal, si le quitaras esa presión, si se considerara el teatro como un bien público, y la cultura y la educación como un bien público, el teatro podría estar ahora mismo al nivel de Canadá o de Berlín, porque creatividad hay por un tubo».

Texto: Gema Moraleda

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