Albert Triola: "Maremar es un espectáculo que busca la esencia del teatro"

Redacció

Por Oriol Puig / @ori_uri

Lleva muchos años en la profesión, una cincuentena de espectáculos en sus espaldas. Se considera un actor todoterreno. No ha estado en primera línea pero siempre ha podido ir encadenando proyectos teatrales muy diferentes, desde propuestas más alternativas (Smiley) hasta proyectos más grandes y con más medios (Agost). Después de años de bagaje, Albert Triola (Mataró, 1973), flirtea con el musical, si lo podemos definir un musical, y lo hace por la puerta grande en Maremar. Se tira de cabeza para sustituir en esta segunda temporada a Roger Casamajor en el papel de Pericles y refugiado. Dagoll Dagom ha asumido el riesgo de unir en un mismo espectáculo Shakespeare, adapta libremente Pèricles, príncep de Tir, Lluís Llach y la crisis de los refugiados. Haciéndolo lejos de su libro de estilo y desde la honestidad, con la voluntad de remover conciencias.

TEATRE BARCELONA: Este es un espectáculo de danza donde los bailarines hablan y cantan. ¿Un triple salto mortal con final feliz?

ALBERT TRIOLA: Cuando vi Maremar el día del estreno me fascinó, me emocionó, me pareció un espectáculo arriesgado. Que de repente Dagoll Dagom te proponga presentarte a un casting me hizo mucha ilusión, me lancé de cabeza. Sí. Es un triple salto mortal, un reto mayúsculo para cualquier actor. Ahora bien, siempre digo que nos cuesta mucho encontrar trabajo, cuando lo encuentras y es interesante, siento que me ha caído un regalo de los dioses.

¿Es un actor con un pie adentro y el otro afuera del musical?

[Ríe.] Soy un actor un poco atípico. En este caso concreto, tanto Roger como yo, venimos del teatro de texto y diría que nos hemos adaptado muy bien. Maremar no es un musical al uso. En el apartado musical estás muy bien acompañado por el resto de actores. Ahora bien, nuestro fuerte es la parte actoral que permite sostener la historia que explica Shakespeare.

¿Es quizás la obra más exigente que ha hecho hasta ahora?

Sí. Sin lugar a dudas es la obra más exigente que he hecho nunca. A nivel físico, a nivel emocional, nunca había sudado tanto encima de un escenario. ¡Acabo exhausto! Estoy muy feliz de encarar este nuevo reto.

¿Con un poco de riesgo? Recoge el legado de Roger Casamajor en el papel de Pericles y refugiado.

Bien es verdad que he tenido mucha libertad, el Bozzo me ha dejado hacer, en ningún momento he sentido que tenía que encajar mi personaje con el que hacía Roger. Aunque hagas lo mismo, que te tengas que situar en el mismo lugar, que te tengas que poner el mismo vestuario, pasar por los mismos recorridos, cada actor tiene sus cosas, su voz, su instrumento, la capacidad de expresarse es diferente.

Este es un musical sin música en directo. ¿Qué supone para los actores tener que cantar a cappella?

Es una maravilla. Es la esencia del teatro total. El trabajo que ha hecho Andreu Gallén con las canciones de Lluís LLach es preciosa, es música en vena, no hay filtros. En este caso, las canciones, tan ligadas al Mediterráneo como lo están los personajes de Pèricles, príncep de Tir o los refugiados de hoy en día; la música es un elemento que conecta los dos mundos.

La concepción teatral del baile de Ariadna Peya tampoco deja indiferente.

Lo mismo te puedo decir de las coreografías de Ariadna Peya, llevo tres semanas ensayando con ella y es una fuerza de la naturaleza, es una creadora nata, genial, que te hace vivir la coreografía desde un lugar muy especial; lo estoy disfrutando muchísimo.

¿Por qué Maremar es tanto difícil de etiquetar?

Dagoll Dagom ha hecho un espectáculo que busca la esencia del teatro, explica una historia sin grandes artificios, sin grandes escenografías, es una obra muy austera e íntima. Es un espectáculo de creación que mezcla la danza, la palabra y la música. Todo esto desde un lugar muy imaginativo, riguroso, pero, a la vez, muy sencillo. También utiliza un texto de Shakespeare bastante desconocido, es una de las piezas menos representadas del dramaturgo, que tiene un punto de vista muy actual de la situación del drama de la inmigración y estos héroes actuales que tienen que huir atravesando el mar buscando un mundo y una vida mejor.

Toda la historia de Pericles es una gran metáfora de una vida llena de pérdidas y naufragios. ¿Qué tiene Maremar de particular a la hora de tratar el tema de los refugiados?

Europa continúa girando la espalda a los refugiados. Maremar sitúa delante de las narices este drama, pone el dedo en la llaga, y como hace muchas veces el teatro toca la fibra. Pericles era un héroe, ahora lo son toda esta gente. Es una vergüenza todo lo que hemos vivido este verano con el Open Arms y una ministra de izquierdas diciendo que no tienen permiso para salvar vidas. ¿Desde cuándo se tiene que dar permiso para salvar vidas? Todo ello, es muy miserable.

Por encima de la maldad, ¿la prevalencia de la bondad y el amor acaba obteniendo recompensa?

No podemos perder la esperanza. Como dice la Mercè Martínez al final de la obra: “Es mentira que la mentira siempre gane la buena gente”. Aquí estamos, luchando.

Siempre ha dicho que Smiley de Guillem Clua fue “un regalo enorme”. Circulan rumores de que vuelve en el mes de mayo.

Sí. Ya hace tiempo que vamos detrás de una segunda parte, teníamos ganas de recuperar los personajes unos años después, y si nada se tuerce, efectivamente, volveremos el mes de mayo al Capitol. Nos hemos arremangado y con Guillem Clua, Ramon Pujol y yo mismo asumiremos la producción del espectáculo.

Cada vez es más habitual encontrar actores que se implican en la producción de los espectáculos. ¿Por qué?

Es inevitable. Te das cuenta de que es muy difícil mover las cosas y entonces aparece un productor que solo quiere ganar dinero. Smiley es un proyecto que nos lo sentimos muy nuestro. Fue lo obra revelación de la temporada 2012/13, fue muy bien, pero el retorno económico fue muy pobre. La situación económica de los actores es muy precaria. Así pues, nos hemos tirado a la piscina, que sea para nosotros el éxito.

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