Parking Shakespeare llena de teatro la Espiral de los Tilos, por sexto año consecutivo, con Molt soroll per res: «una obra que es una fiesta».
El rincón del parque de la Estació del Nord es desde 2009 la sede de la compañía que interpreta comedias del gran maestro teatral, gratuitas para el público. Los trabajadores de Parques y Jardines están aclimatando la zona del «escenario», así que entrevistamos en la terraza del bar del parque al director de este año, Israel Solà. Y es que Parking Shakespeare cuenta cada año con un director diferente para renovarse i cambiar de aires.
EN EL JARDÍN DE LEONATO
Israel Solà nos cuenta que ha adaptado el texto de Molt soroll per res para acortarlo a una hora y cuarto y darle unidad, tanto en la trama como en el espacio, pero respetando el original, traducido por Salvador Oliva. En la versión de Solà todas las escenas pasan en una localización exterior: «quería convertir la Espiral de los Tilos en el jardín de la casa de Leonato, el padre de la protagonista. Conseguir que el público esté dentro del espectáculo «. Con este fin han situado los espectadores en medio de la acción, pues las entradas y salidas de los actores los rodean, haciendo que estén en medio del jardín y, al mismo tiempo, en los 360º del escenario. Son unas condiciones que implican que los actores chillen mucho, puntualiza Solà, y las escenas están ya pensadas para conseguir que el ritmo no decaiga: incluso han incluido música.
RITMOS TERRENALES
Le preguntamos sobre qué tipo de música aparece en el espectáculo y nos narra cómo han tenido en en cuenta la temática amorosa de la obra para su elección: «He querido darle importancia a la cuestión rítmica, dar una especie de terrenalidad y que no se quedara en la palabra elevada. El amor y el sexo son algo muy de la tierra, muy ancestral, de una palpitación, y me pareció que esto tiene mucho que ver con el ritmo y la percusión «. Para escoger los temas, el equipo ha bebido de ritmos balcánicos y rumba catalana, «música percutida, popular», que da «ritmo y alegría».
DE MESSINA A FORMENTERA
Y la alegría se mezcla con la tragedia en las dos tramas que se entrelazan en Molt soroll per res: «es una comedia que se convierte en tragedia, pero que tiene final feliz -describe el director-, dos polos que hemos querido potenciar en nuestra versión». Molt soroll per res habla del amor, «de cómo nos complicamos con algo que, a priori, debería ser muy sencillo», relata Solà. Shakespeare nos presenta dos parejas que encaran el amor de una manera diferente: por un lado está Ero y Claudio, «la pareja estándar, que se deja llevar por las convenciones» y, por el otro, Beatriz y Benedicto, «que desde el ingenio se ríen del amor todo el rato, pero que acaban siendo los más enamorados», concluye el director.
A diferencia de otras comedias del autor inglés, Molt soroll per res no contiene ningún elemento fantástico, ni hadas ni fantasmas. Será porque contiene amor?, le preguntamos. «Precisamente será porque habla del amor, un tema muy real», nos responde Solà. Las relaciones de pareja pueden tratarse desde la cotidianidad, aunque el autor introdujo también un elemento distanciador: Messina. «Creo que, para Shakespeare, la ciudad italiana debe funcionar como un mundo de verano, de calor, donde el amor nace de manera espontánea -confiesa el director-. Siempre les digo a los actores que si tuviéramos que situar nosotros a los personajes estarían viviendo en una isla del Caribe, o en Formentera, en una verbena». Se acabó la guerra, la gente está ociosa y todo está dedicado al amor: la obra es como una fiesta, y un jardín es un elemento idóneo para explicarlo. Esto ha ido como anillo al dedo a los de Parking Shakespeare, que siempre utilizan esta arquitectura, y para Israel Solà ha resultado «todo un reto», pues es la primera vez que dirige una obra al aire libre «y con el público en 360º», nos recuerda.
EL AMOR DEL BARRIO
Le preguntamos por este público que, a diferencia de los teatro tradicionales, en muchos casos es espontáneo, y el director es muy consciente: «hemos tratado de que las escenas se entiendan más por la interpretación y el movimiento, que hay mucho, más que sólo por el texto», explica. «La gente del barrio está paseando el perro y nos pregunta: estáis aquí otra vez? -comenta Solà, sonriendo-. Hay amor del barrio. Los vecinos del Fort Pienc quieren esto y lo conocen, y creo que Parking Shakespeare han conseguido ser una cita anual».
Nos cuenta que, mientras ensayan, los niños se paran a mirarlos: «¡no pueden evitarlo! Algo los atrapa, y escuchan, están atentos «. De hecho, insiste en que no quieren que los niños queden todo el tiempo sentados (en cuyo caso habrían hecho un infantil), sino que quieren que puedan levantarse y correr un poco en caso de que se cansen. «Si han visto un trozo, para mí ya es importante y ya está bien, que puedan acercarse a Shakespeare y el teatro»: aunque, a la hora de la verdad, la mayoría de niños se quedan sentados, «muy interesados ».
ES GRATIS, ¡EH!
Este año «el público verá una historia muy fresca, con unos actores que, todo el tiempo en escena, cantan, hacen música, y nos muestran esta sociedad que rodea a los enamorados que les obliga a adaptarse y no vivir libremente ese amor», tal como resume Solà, y podrá verlo gratuitamente, pues Parking Shakespeare sigue utilizando este formato con el fin de acercar el teatro a todos. En rueda de prensa, el director artístico de la compañía, Pep García-Pascual, habla sobre esto tanto antiguo de «pasar la gorra al final» y nos explica cómo, cada vez más, encuentra entre la gente el reconocimiento y la conciencia de que detrás una obra de teatro está el trabajo de un equipo entero, más allá de la hora que dura la función.
Volvemos a la Espiral de los Tilos cuando las labores de limpieza han terminado, y los actores aplauden contentos a los trabajadores de Parques y Jardines al ver cómo han dejado de limpio de hojas y lleno de arena lo que será su «escenario»: pero, los otros, bromean diciendo que a ellos nada de aplausos… ¡billetes!
Texto i fotografias: Neus Riba