La compañía Bendita Inocencia vuelve al Condal después de haber hecho un par de temporadas con Gordas, una comedia que consiguió un buen éxito de público. La vuelta, sin embargo, es con la adaptación de la novela de Teresa López Cerdán, que a la vez protagoniza la pieza junto con Ger y Raúl Pulido. Estamos ante un género que quizás podríamos denominar como la nueva comedia romántica, donde la crisis de los treinta, los amigos que comparten piso o las parejas que se dedican a hacer ghosting son el pan de cada día.
Bien es verdad que me costó identificarme con los personajes, que en muchas situaciones demuestran tener muy poca madurez… a pesar de estar rondando la treintena (de hecho, hacen cosas más propias de los adolescentes que de jóvenes de su edad). Queda claro que viven en un mundo precario, trabajan de cosas que no se los gustan, comparten piso porque no pueden comprarse nada y viven en un mundo que muchas veces les es hostil y les va a la contra. Pero da la sensación que más que luchar en contra de todo esto hacen lo posible por adaptarse. A partir de aquí, nos encaramos con todos los traumas, las obsesiones y las dudas de la protagonista ante un “ligue” –de Tínder, obviamente- que todavía arrastra más problemas que ella. Todo esto mostrado con una buena dosis de tópicos, personajes un poco planos, unas pinceladas de manual de autoayuda y un uso de la dramaturgia que parece inspirarse más en el Stand-up que en el teatro.
Supongo que no soy el público para una obra de este tipo, pero no hay que sufrir porque solo con la primera función la cosa augura otro éxito inmediato. Y si triunfa, los fans estarán de suerte puesto que todavía se puede adaptar la segunda novela de Teresa López: Yo siempre seré yo, pero contigo.