Un curioso experimento

White Rabbit Red Rabbit

White Rabbit Red Rabbit
14/06/2017

Debido a que el teatro, como todos los espectáculos en directo e, incluso, el cine, tiene que luchar, cada vez más, contra la dificultad de llevar espectadores a las salas, últimamente, vemos cómo proliferan más propuestas que usan la originalidad como reclamo. Es el caso de White Rabbit, Red Rabbit, un misterioso espectáculo donde cada función su intérprete es diferente y nunca sabe aquello que leerá o tendrá que hacer. En realidad, se trata de un curioso experimento teatral con algunas reflexiones profundas pero también un buen puñado de juegos escénicos bastante banales. El montaje tiene un contenido de fondo valioso: dar voz internacional a su autor, Nassim Soleimanpour, escritor iraní que no puede salir de su país, y sirve como metáfora de la lucha contra la opresión y la falta de libertad, entre otras muchas cosas. Sin embargo, el show no consigue, en muchos momentos, romper la sensación de asistir a una simple lectura que ni siquiera es dramatizada, ya que no ha sido ensayada. En ocasiones, incluso, puede llegar a hacerse aburrida.

En la versión con Sílvia Abril (la que yo he tenido oportunidad de ver), la actriz entrega a la causa todo su carisma y comicidad, ayudando a hacer del conjunto un mejor entretenimiento. Desgraciadamente, una vez la curiosidad ha sido satisfecha, el resto se queda en poca cosa, dejando la sensación de haber asistido más a una experiencia o un pequeño evento que no tanto a un auténtico buen espectáculo. El marketing, en este caso, está tan bien ideado que casi es lo mejor de toda la obra. Porque lo más recomendable para poderla disfrutar es que no te expliquen nada… y, por lo tanto, entre las cosas que nadie te dice también está lo de que, a la hora de la verdad, el resultado no es para tanto.

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