A pesar de ser un tema muy delicado, del dolor se puede hablar de muchas maneras. Se pueden hacer aproximaciones más trágicas, optar por un drama realista o, directamente, exponer los hechos en un marco de teatro documental. Si se elige, en cambio, el camino de la poética, el riesgo es mayor pero, cuando sale bien, el resultado puede llegar a ser de una belleza emocional inigualable. Este es el caso de Vespres de la beata verge, un texto precioso del dramaturgo italiano Antonio Tarantino traducido con audacia, como es habitual en él, por Albert Arribas. La obra trata del luto de un hombre que llora la muerte de su hijo en la sala de espera de un hospital mientras le están haciendo la autopsia al cadáver. Con una furia inicial trepidante, a través del protagonista conoceremos la historia que ha avocado en este trágico final. Jordi Prat i Coll ha sabido medir con gusto exquisito el ritmo, la lírica, el enfado y la tristeza que contiene este texto de gran contundencia y belleza. Hay que decir que todo en conjunto no podía tener un mejor vehículo para ser explicado que el actor Oriol Genís que se marca una interpretación antológica, memorable y abrumadoramente humana como pocas se ven en un escenario. Quizás la pieza tiene momentos opacos, no precisamente fáciles de seguir, pero su fuerza sentimental, densa y elevada, le aporta un toque mágico que la convierte en una experiencia hipnótica, profunda e inolvidable.
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