Desde que ganó el Premio Nobel de Literatura en 2005, Harold Pinter se consagró, felizmente, como uno de los autores habituales de nuestros escenarios. Ahora, el dramaturgo anglosajón más influyente de la segunda mitad del siglo XX visita nuestra cartelera con una asiduidad digna de celebrar, sea bajo la dirección de Xicu Masó, Xavier Albertí o, como en este caso, de Sergi Belbel. Estrenada originalmente en Londres en 1971, Vells temps es una devastadora pieza que trata sobre la nostalgia, el matrimonio y el peso de los recuerdos con afilada ironía y una finura abrumadora. Belbel plantea el conflicto ampliando el escenario en horizontal, de tal manera que los universos emocionales de cada uno de los tres personajes se separan tanto en la palabra como en el espacio. Este ingenioso recurso viene acompañado, una vez más, de una fantástica dirección de actores, entre los que destaca un muy inspirado Carlos Martínez: oscuro, patético y enfermizamente divertido. Sin embargo, Pinter no es un autor fácil. Su sutileza no es apta para cualquier espectador hasta el punto de que, si no se consigue entrar en el embrolla de subtextos que propone, puede llegar a hacerse aburrido. En este sentido, Belbel demuestra una gran comprensión de la historia y trata, con bastante acierto, de sacarle el máximo provecho, aunque, por momentos, no acaba de levantar del todo el montaje. En cualquier caso, resulta admirable el respeto con el que la obra está dirigida, así como la elegancia e inteligencia con la que se tratan todos sus pequeños detalles.
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