Vaselina es una ácida, bruta y descarada comedia escrita por el reconocido dramaturgo Gabriele di Luca. A partir de un disparatado abanico de personajes el autor trata interesantes temáticas que todavía generan debate en la sociedad, como es el caso de las adicciones, el incesto, la transexualidad, las sectas religiosas o el maltrato animal por nombrar algunas. Lejos de tratar estos tabús con la delicadeza y prudencia a la que estamos acostumbrados, el texto entra como una apisonadora que arrasa con todo. Este atrevimiento acompañado de un lenguaje bestia y ordinario crea algunas situaciones cómicas que, sin embargo, también pueden generar cierta incomodidad en el espectador al tomar distancia y comprender lo que le está provocando la risa.
La obra retrata una sociedad disfuncional a través de unos personajes frustrados, fracasados y periféricos que luchan por encontrar su lugar en un mundo que los excluye. Al final de la obra el protagonista deja entrever la tesis del autor en un monólogo que nos invita a “querernos tal y como somos y a aprender a perdonarnos”.
A pesar de contar con una base tan potente hay algo en este montaje que dificulta la conexión con el espectador. La interpretación de algunos personajes no está del todo encontrada y la apuesta de trabajar en los extremos funciona al principio pero se acaba agotando, ya que la energía se mantiene demasiado alta constantemente. Esto hace que resulte difícil conectar con el enfado de un personaje cuando éste lleva gritando toda la obra. Es por ello que modular la energía para darle un ritmo ascendente quizás favorecería el transcurso de la trama. En cualquier caso, se trata de una obra que seguro encontrará su público.