Esta obra de teatro documental realiza un recorrido a lo largo de cinco décadas para construir un relato sobre el activismo político occidental. Partiendo de los hechos del mayo del 68, el texto conecta con otras causas y momentos históricos como la lucha de los astilleros, las feministas, los negros, los desahucios o los presos políticos. El relato salta de un momento histórico a otro sin ningún orden cronológico, recalcando la idea de que esta lucha es continua.
Lejos de querer hacer una exposición histórica exhaustiva, la obra se sirve de una gran cantidad de voces y de causas para demostrar que todas ellas encarnan la misma lucha, la del oprimido contra el opresor. Una lucha necesaria que se transmite de generación en generación sin llegar a alcanzar jamás un punto final. Una llama idealista e incansable que tarde o temprano, en algún momento de nuestras vidas, todos llegamos a sentir en nuestro interior.
La directora Carlota Subirós ha escogido una serie de archivos audiovisuales representativos para proyectarlos en unas discretas cajas de madera al mismo tiempo que los actores los recrean sobre el escenario. La disposición circular del espacio, la cercanía con la que los actores apelan al público y su frecuente uso de las butacas, generan un ambiente distendido y reflexivo que nos remite a una asamblea general.
Este cómodo ambiente y las referencias visuales que guían el discurso en formato de collage, hacen de esta obra una bonita ocasión para reflexionar sobre la construcción de un mundo más justo y sobre la posición que adoptamos cada uno de nosotros al respecto. Sin embargo, le vendrían bien más momentos dramáticos o teatrales, dejando descansar lo cerebral para centrarse en lo pasional.