La última novela de Luigi Pirandello relata la crisis de identidad de Vitangelo Moscarda al darse cuenta de que su nariz está torcida. Lo que comienza siendo un inofensivo defecto físico acaba en una gran reflexión filosófica del protagonista en busca de su propia identidad. ¿Quiénes somos realmente? ¿Cómo nos perciben los demás? ¿Cuántas identidades proyectamos de nosotros mismos?
La puesta en escena de Ferran Utzet juega acertadamente con la idea del efecto espejo para presentar esta dualidad entre nuestra identidad y la que los demás perciben, el yo y el otro. Partiendo de esta idea juega con el cambio (incluso intercambio) de personajes, el teatro de objetos, y un humor paródico en confrontación con un profundo discurso filosófico.
El juego dramático es divertido e inteligente pero el ritmo no es constante. La propuesta resulta a veces difusa, fragmentada y sin un eje central. Esto favorece la libertad del juego mientras desfavorece, a momentos, el ritmo y la conexión con el espectador. Las interpretaciones ayudan en esta conexión, especialmente la de Laura Aubert quien asume el papel más cómico en la primera parte y el más filosófico en la segunda.
En definitiva, una atrevida y divertida propuesta con una forma muy peculiar de poner en escena el concepto de dualidad, aunque a momentos se pierda en sí misma.