Escrita originalmente en 1882, Un enemic del poble es, seguramente, la obra más conocida del gran dramaturgo Henrik Ibsen, junto con Casa de muñecas y Hedda Gabler. La pieza es un drama político que cuestiona ciertos valores como el beneficio económico en contraposición al beneficio social, la ética de los gobernantes, los medios de comunicación o los empresarios, así como la idea del bien común que, como nos muestra la historia, malentendida puede convertirse en un arma muy peligrosa. La versión que ha dirigido Miguel del Arco, con adaptación de Juan Mayorga y él mismo, actualiza el texto de manera ejemplar, potenciando la universalidad de su conflicto y trasladándolo a la época actual, sin banalizarlo; extrayendo su modernidad. Así, la propuesta resulta de una gran solidez y se apoya también sobre unas interpretaciones muy solventes de todos el reparto encabezado por el siempre notable Pere Arquillué. Los juegos con la escenografía, el agua y la platea de espectadores son efectivos y el ritmo lo bastante bueno como para sostener una duración de más de dos horas sin entreacto, manteniendo siempre la intriga y el interés. Sin embargo, también es cierto que algunas decisiones del director pueden ser dudosas. En general, digamos que quizá no hacía falta hacer de este montaje un gran musical acuático porque, además, los diálogos más intimistas son los que mejor le funcionan, mientras que, por ejemplo, parece que las canciones no acaban de encajar en el conjunto . En cualquier caso, el espectáculo es de lo más interesante, entretenido y más que digno. Y lo que es mejor: da pie a la reflexión.
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