Cuestionando la democracia

Un enemic del poble

Un enemic del poble
12/02/2014

Cuando ves una obra de Ibsen, de Strindberg, de Chéjov o de cualquier otro de los grandes maestros europeos del XIX, te das cuenta de la gran calidad literaria de sus textos, pero también de la construcción milimétrica y perfeccionista de sus tramas y argumentos. Nada sobra ni nada falta. Todo avanza hacia un objetivo claro, consiguiendo crear un camino donde el interés no decrece… ni ahora que han pasado 100 o 130 años. Es cierto que la adaptación de Juan Mayorga y Miguel del Arco ha enfatizado aspectos que acercan el discurso a la actualidad (tampoco hacía falta demasiada; los clásicos son clásicos porque siempre son terriblemente actuales) y quizás ha podado algunos personajes o situaciones… pero la esencia y las palabras son las que son. Su gran aportación ha sido insertar unas cancioncillas (con letras del mismo Ibsen), que dejan perplejo al espectador. No hacía falta.

La dirección de Miguel del Arco es correcto, pero parece que haya abandonado a algunos actores a su suerte y, sobre todo, parece que lo haya supeditado todo a una escenografía moderna, pero grandilocuente, que funciona en ocasiones y que en otras acaba devorando la acción dramática. Aún así, se tiene que reivindicar la gran interpretación de Pere Arquillué (especialmente brillante a la última parte de la obra) y el buen trabajo de un irreconocible Roger Casamajor.

En resumen, un espectáculo sobre todo recomendable por las viejas (y bellas) palabras de Ibsen, que hoy resuenan con una contundencia brutal. «El hombre más fuerte es el que está más solo».

← Volver a Un enemic del poble

¡Enlace copiado!