El tamaño de algunos espectáculos se convierte, en ocasiones, inversamente proporcional al efecto que producen. Es el caso de Travy, una excelsa propuesta con olor a homenaje. Homenaje al recorrido, las vicisitudes y la cotidianidad de una familia que lleva el teatro a la sangre, y homenaje al teatro mismo. Porque el teatro es eso: piel, emoción, intensidad, mensaje, estética, sorpresa, propuesta… Travy lo tiene todo. Qué suerte, qué placer, poder compartir momentos así. Amor por el teatro, por el teatro puro, sin artificios.
Como si tomaran la identidad de una familia de payasos italiana, de esas de caravana y carretera, Travy es el mote de los Pla-Solina. Los hijos, Oriol y Diana, han crecido leyendo el teatro como una forma de vida, escenarios arriba y abajo, de pueblo en pueblo, de la mano de Núria Solina y Quimet Pla, sus padres. El espectáculo yuxtapone los dos mundos, el familiar y el artístico, y surge de un encargo que el Teatre Lliure hizo al propio Oriol. Una carta blanca que decide compartir con los de casa, una especie de regreso de lo recibido. Y lo hace en compañía de Pau Matas, muy cercano a la familia. Su primer éxito, el Premi de la Crítica 2018 al mejor espectáculo de pequeño formato.
Y el guión, paradójicamente, se basa en esta propuesta: la creación conjunta de un espectáculo familiar. Qué locura… Empieza con la certeza por parte de Oriol de que lo más sano, el único remedio para no enloquecer en este mundo de monas, prisas e intereses, es dejarlo todo para volver a casa, a la esencia. Una primera escena por recordar, por enmarcar. Una exhibición del clown más puro.
Ya con la familia, la propuesta es bien recibida y, con entusiasmo, cada uno pone lo que tiene: la anarquía de una madre que relativiza el éxito porque esconde la verdadera felicidad; la elegancia y al mismo tiempo la crítica al teatro convencional por parte del padre; la necesidad de la hermana de hacer y deshacer a su libre albedrío, de romper convenciones, de experimentar; y la necesidad imperiosa del hermano de lograr un propósito, de organizar el caos, de cuadrar el círculo. Un juego de identidades cercano a la Comedia del Arte, con juegos de palabras ágiles y geniales, y con metáforas muy potentes que interpelan al público, que ahorran explicaciones. La inquietante sandía que el padre carga constantemente, sin apenas darse cuenta, con naturalidad, se convierte en un giro de guión memorable, que no te deja indiferente.
En definitiva, Travy es una creación, un espectáculo y una experiencia indispensable para cualquier amante del teatro. Una genialidad. Un regalo.