Pronto hará 27 años que Dagoll Dagom puso en pie Pigmalió, con versión de Xavier Bru de Sala sobre la adaptación de Joan Oliver, y protagonizada por Lloll Bertran, Josep Minguell, Pep Cruz, Lluís Marco, Mercè Bruquetas y Eduard Farelo. Acostumbrados a los proyectos musicales de la compañía en aquel momento, todo el mundo esperaba un My fair lady que nunca llegó… Aquel fue uno de los montajes más convencionales del grupo, un pequeño homenaje a nuestra lengua servido con una lujosa y espectacular puesta en escena. Ahora, la misma Lloll se atreve a revisitar el personaje y a jugar a lo que haga falta en este curioso experimento metateatral, a medio camino entre la nostalgia y el homenaje. Y no lo hace sola, sino que la acompaña el siempre eficaz Manel Barceló.
La obra, escrita y dirigida por Marc Rosich, se presenta en forma de ensayo pero también como un compendio de datos y anécdotas entorno a Joan Oliver, a su versión del título de Bernard Shaw, a la versión musical de Lerner y Loewe, y a otras muchas curiosidades que enriquecen una idea sencilla pero entretenida. Destacan los fragmentos de la obra donde los dos únicos actores interpretan a todos los personajes. Fragmentos de cierto virtuosismo, planteados con eficaces soluciones teatrales y unas pocas canciones del famoso musical. Todo muy bien defendido por Bertran y Barceló, dos intérpretes que no vemos tanto como querríamos por nuestros teatros.
Alguien podrá tildar la obra de oportunista, de pasada de moda, de pequeño capricho… Pero creo que los amantes del teatro la disfrutarán, aunque solo sea para escuchar anécdotas muy jugosas e interesantes. Algunas ya conocidas, pero otras realmente sorprendentes.