Este íntimo y perturbador melodrama de Alberto Conejero nos cuenta la historia de una mujer rota y su reservado jardinero. El autor mezcla los grandes temas propios de este género, como son el amor imposible, la eterna espera o el peso de los recuerdos, con elementos propios del thriller para ofrecernos una historia intrigante y poética a partes iguales. Partiendo del interrogatorio policial al que debe enfrentarse el jardinero Samuel tras la desaparición de Silvia, vamos descubriendo la historia detrás de estos misteriosos personajes de forma bien dosificada en el tiempo.
La dirección de Luis Luque consigue potenciar la fuerza del texto con unos personajes llenos de matices y una ambientación envolvente. Cabe destacar el increíble trabajo actoral de Carmelo Gómez y Ana Torrent, quienes lejos de caer en la a menudo excesiva artificiosidad del género, consiguen una interpretación verosímil sin sacrificar ni un ápice de las emociones en juego. Pero además de estas dos bestias escénicas, existe un tercer personaje omnipresente que nos cautiva, el invernadero. El espacio adopta un papel crucial en la construcción del relato. Un espacio simbólico, asfixiante, decadente pero esperanzador al mismo tiempo. Un refugio que mantiene a salvo a los personajes a la vez que los condena.