Estamos ante un thriller, pero sobre todo estamos ante un melodrama, una historia romántica y sencilla que parece extraída de una novela decimonónica. El relato del jardinero que se enamora de la señora de la casa contrasta un poco con la contemporaneidad del texto, en el que se habla de urbanizaciones y en donde intuimos los coches de policía detrás de las cristaleras. Hay momentos en que incluso el espíritu de Tennessee Williams se deja ver en el atormentado pasado de la protagonista, pero sea como sea estamos ante un texto del 2015 de Alberto Conejero, el mismo autor de La piedra oscura. Se trata de un texto con fuerte carga poética y con una potente ambientación, de aquellas que enseguida nos colocan en estado de alerta.
Pero el espectáculo crece, sobre todo, por la habilidosa dirección de Luis Luque y por la interpretación de los dos únicos actores. Ana Torrent está espléndida en el retrato de su frágil e inestable personaje, pero el trabajo de Carmelo Gómez está en otra categoría… difícil de catalogar. La cantidad de matices y el muestrario de recursos actorales deja perplejo al espectador y demuestra que su genialidad está a la altura de los más grandes. Merece la pena verlo de cerca, captar los pequeños detalles y dejarse de opiniones prefijadas. Gómez se convierte en un jardinero que nos mostrará su ternura y su furia, sus sentimientos más profundos y sus fantasmas.