Deconstruyendo Guimerà

Terra Baixa

Terra Baixa
16/11/2014

La idea de adaptar a una sola voz el texto de un clásico catalán como Terra Baixa podría parecer, de entrada, una locura. La reescritura de la obra con este propósito no es una tarea nada sencilla, ya que existe el riesgo de caer en la esquematización, la distorsión de la historia o, simplemente, en la caricatura. Afortunadamente, el proyecto ha nacido de buenas manos y el resultado es una inteligente sustracción del espíritu trágico del original renunciando exclusivamente a las tramas más periféricas. Interpretado por un fantástico Lluís Homar, artífice también de la idea primigenia, el espectáculo plasma, bajo la dirección de Pau Miró, el lado más oscuro de este drama rural con inquietantes elementos escenográficos y efectos de luz y sonido que, paradójicamente, contienen una brutal belleza. Nos encontramos ante una especie de fuerza de la naturaleza (humana o no sólo) contenida en un marco y un actor que camina por la sutileza con una energía increíble. No necesita gritar ni un solo momento para mostrarnos todo lo que allí está pasando, aunque no siempre las transiciones fluyen de una manera orgánica. En cualquier caso, ese toque esquizofrénico aporta, en conjunto, una mayor focalización dramática en cada personaje y potencia la identificación del público. De hecho, todos hemos sido de alguna manera Manelic, Sebastián o Marta de algún triángulo de nuestra vida. Como parte de una sola cosa, los tres (más la ingenua Nuri) nunca habían tenido una existencia más turbadora. En voz y cuerpo de un Homar que apuesta por la naturalidad, el minimalismo y la pureza de la emoción, se nos aparecen como fantasmas de un pasado común no del todo resuelto. Y es este ambiente angustioso y enfermizo, encarcelado en un solo intérprete, lo que consigue captar la sordidez que, como trasfondo, respira la magnífica pieza de Àngel Guimerà.

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