Bàrbara Mestanza, autora de éxitos como La mujer más fea del mundo o Pocahontas o la verdadera historia de una traviesa, vuelve a escena con una autoficción que respira cuarta ola feminista por cada poro. La autora catalana nos tiene acostumbrados a una escritura tan personal como visceral, y en Sucia no solo la mantiene, sino que la eleva. Partiendo de una experiencia personal de abuso denuncia en escena la impunidad de las agresiones machistas.
Uno de los grandes aciertos de Sucia (que son muchos) es trabajar un marco para que los hombres conectemos con las violencias que ejercemos. La primera parte de la obra está explicada desde un punto de vista masculino: Pep Ambròs, su compañero en escena, relata y encarna en primera persona el abuso, creando imágenes a las que no estamos tan acostumbrados. Además, la dramaturgia apela a los hombres en la sala constantemente, invitándonos a conectar con la violencia, responsabilizarnos de ella y, obviamente, dejar de ejercerla.
A nivel formal cuenta con todos los elementos de autoficción escénica millenial: proyecciones que remarcan el carácter documental de la pieza, música tecno, vídeos en loop, texto proyectado… Incluso algo de participación del público para generar carcajadas con un merecido zasca final. Así, es capaz de hacernos saltar de la comedia y la parodia al llanto y la rabia en un minuto. En definitiva, una interesante pieza de denuncia, tan reveladora y entretenida como necesaria, una demostración de maravillosa dramaturgia contemporánea. No se la pierdan.