Debilidades de la democracia

Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano

Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano
23/07/2015

Si algo podemos sacar en claro de este espectáculo es que la democracia griega, madre y modelo de todas las democracias que han venido después, también tenía sus grietas y sus partes oscuras. El ejemplo más claro es el juicio a Sócrates, el hombre que decía lo que pensaba sin disfrazar nunca la verdad… su verdad. Este juicio, que acabó con la muerte del filósofo, estuvo minado de intereses privados, medias verdades y corruptelas variadas. Y es precisamente esto lo que Mario Gas y Alberto Iglesias han querido plasmar en un texto pesado, denso y con poca -o nula- acción dramática. Es cierto que interesa sobre todo el pensamiento y los argumentos del gran hombre, pero se hubiera agradecido una dramaturgia que hiciera más atractivo el conjunto y nos aportara una visión no oficial -aunque fuera reinterpretada- del caso. En este sentido, se echan de menos más momentos como el del monólogo de la mujer o el del acusador arrepentido, que aún así parecen creados en el último momento y calzados dentro de la obra sin un criterio claro.

Las interpretaciones son correctas, a pesar de que no dan pie a grandes exhibiciones. Quizás Amparo Pamplona y el gran Josep Maria Pou son los que aprovechan mejor lo que les brinda el texto. En el caso de este último, justo es decir que su profesionalidad consigue dotar a este Sócrates de una naturalidad y una humanidad que lo hacen muy atractivo. Ojalá que el texto le hubiera dado algo más de juego… Seguro que con otro material hubiéramos tenido un personaje teatral enorme, digno de la figura a la que representa.

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