Desde el 2013 la productora Sixto Paz ha creado una serie de espectáculos con sello propio, consiguiendo grandes aciertos (Pulmons, Història, Tender Napalm) y sufriendo también algunos pequeños tropiezos (Dibbuk, Pretty). Con Bull quizás se han quedado a medio camino, puesto que la obra sigue la máxima de los diálogos penetrantes y las situaciones comprometidas pero quizás abusa del símil taurino, haciendo que una buena idea se transforme en un contexto demasiado obvio. También es cierto que en algunos momentos la historia no acaba de elevarse por culpa de una cierta reiteración y una composición de personajes demasiado esquemática. Los actores hacen y deshacen para conseguir dar coherencia a sus arquetipos, hasta el punto de encontrar momentos brillantes. Iván Rodríguez construye de forma ejemplar una víctima con aristas y contradicciones; Joan Carreras interpreta a una especie de dandy sin escrúpulos; Mar Ulldemolins es la que se encarga de torear con más firmeza al trabajador asediado, y finalmente David Bagès es el directivo que tendrá que tomar la decisión de prescindir de alguno de los tres trabajadores del equipo. Una obra de contenido duro y un humor inesperado, de aquellos que surgen en los momentos menos adecuados y que te dejan la sonrisa congelada en los labios. Una obra quizás no del todo redonda -creo que con algo más de sutileza la cosa habría funcionado mejor- pero desgraciadamente actual y oportuna.
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