Un empoderamiento que viene de lejos

Shirley Valentine

Shirley Valentine
20/09/2018

Era el año 1986 y aún no se hablaba del empoderamiento de la mujer ni del Me Too, pero Shirley Valentine ya empezaba a hacer su camino hacia la liberación. En aquellos años el monólogo supuso un pequeño y modesto revulsivo para muchas espectadoras de teatro (y también de cine) de todo el mundo, hasta el punto de convertirse en una especie de icono … y unos años después en un personaje olvidado. A día de hoy -y esto es lo más triste- el mensaje de esta obra de más de treinta años vuelve a ser vigente y necesario. Y no lo es porque contenga un mensaje revolucionario, sino porque desde su sencillez y humanidad reivindica cosas tan simples y comprensibles como el derecho a hacer lo que uno desea, independientemente del sexo y la edad. Cosas que deberían estar muy asumidas pero que todos sabemos que no lo están … al menos no por todos.

Uno de los grandes alicientes de este monólogo -que también ha conocido las caras de Pauline Collins, Amparo Moreno o Verónica Forqué- es que combina el humor con el punto justo de crítica y reivindicación. Un punto que Mercè Arànega ha sabido encontrar desde la primera réplica. El tiempo y el ritmo que utiliza para explicar cada anécdota y para definir a una variada galería de personajes es realmente el adecuado. Sabemos que no es ninguna sorpresa ver a la actriz triunfando en un escenario, pero quizás a alguien le sorprenderá verla en un registro que no es lo más habitual en ella. Sea como sea, la apuesta ha valido la pena y la factura del espectáculo -aunque no sea para tirar cohetes- resulta correcta y funcional.

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