Intensidad mal calibrada

Salomé

Salomé
29/03/2024 - Teatre Goya

La dificultad de llevar una historia real al escenario es latente en cada propuesta teatral. Es igual si hace pocos años o han pasado siglos, siempre hay obstáculos que sobrepasar. Las decisiones artísticas y de punto de vista son calves, y a veces aciertan y otras no.

Salomé (Belén Rueda) es la princesa hija de Herodes (Juan Fernández) rey de Judea. Él, corrupto y moviéndose según los intereses del Imperio Romano, se enfrenta a los rebeldes a quien su hija apoya de manera secreta. Juan el Bautista (Pablo Puyol) es el líder espiritual de los opositores y objeto de deseo de Salomé, quien representa el poder sensual absoluto y no podrá soportar la negativa de Juan de convertirse en amantes.

La puesta en escena cuenta con los elementos necesarios para demostrar la opulencia del poder, que se envuelven de los personajes con las vestiduras adecuadas a su categoría. Una iluminación trabajada pretende mostrar la tensión y pasión de los personajes, sus odios y sus obsesiones y, en su mayoría, este diseño luminoso funciona.

Lo que no funciona tanto es la estructura sonora y la elección de algunos de los pasajes cantados que a Bautista le nacen de golpe cuando es momento de su intervención. La espectadora no acaba de entender el porqué de estos momentos musicales que, aunque solo son tres a lo largo de la obra, se alargan demasiado y rompen la narrativa de la obra.

Cada escena que llega de este relato supera con creces la anterior en fuerza y no siempre es el momento de poner al límite a todos los personajes. La tensión máxima todo el rato aleja al público que no acaba de entrar en la trama. Una dirección más fluctuante, que hiciera a navegada a intérpretes y espectadora por el drama que están viviendo los personajes, con sus subidas y bajadas de intensidad, hubiera ayudado a llevar al escenario una producción más cercana e interesante.

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