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Romeu i Julieta

Romeu i Julieta
12/06/2022

Como pasa en el texto original, en esta versión del clásico de Shakespeare Mercutio vuelve a robar el protagonismo a Romeo y Julieta, y mucha de la culpa la tiene Guillem Balart que cautiva e hipnotiza con su presencia en el escenario.

Pero empiezo por el principio. Decidir hacer la enésima versión de la historia de los amantes de Verona es atrevido, parece que todo se ha visto y explorado. En cambio, La Brutal ha decidido darle otra vuelta con el objetivo de acercar el texto a los más jóvenes y lo consigue con creces.

Con un reparto lleno de talento joven como reclamo y un montaje frenético y apasionado, las casi dos horas que dura la producción pasan como un suspiro, mientras te dejas llevar por la música, las luces y el ritmo de las palabras.

Los y las intérpretes de esta obra se merecen todo el reconocimiento del público, pero destaca especialmente Balart y su Mercutio. Como una ola de color y con una energía huracanada, explota el personaje hasta la extenuación y arrastra en su vorágine y locura, haciendo disfrutar y dejando con ganas de mucho más.

La dirección de David Selvas no tiene miedo de probar y experimentar con fórmulas nuevas, tanto visuales como narrativa, y eso permite a los intérpretes explorar sus personajes. Uno de los retos más difíciles era elegir qué partes del texto recortar para no hacer una producción extensa. Aquí Selvas ha acertado qué suprimir o cómo narrar visualmente la escena. Dos ejemplos claros son el momento en que se conocen Romeo y Julieta en el baile o la noche de bodas. El lenguaje cinematográfico utilizado en escena para relatar estos dos momentos -y otros- es clave y funciona como un engranaje perfecto.

Hay muchas escenas destacables en todo el montaje, pero no me equivoco en decir que seguramente la boda de los protagonistas será una de las más recordadas por todo el público.

El único inconveniente de toda esta estructura marcada por un montaje sonoro y luminoso, con una gran presencia de momentos visuales, es que a veces el cambio de plano música-diálogo es abrupto y sorprende a la espectadora, esta transición necesita un encaje más sutil para acabar de cuajar todo perfectamente.

Entrar en esta historia de finales del s.XVI y sentirla aún cercana y actual es un reto y con esta producción se consigue abordarlo. Una fiesta de color y pasión envuelve esta obra y demuestra que los buenos textos siempre se pueden revisitar y versionar. Que no sea el último.

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