Shakespeare para adolescentes

Romeu i Julieta

Romeu i Julieta
25/06/2022

En mi infancia había unas ediciones que adaptaban las obras de William Shakespeare para niños, para poder ser representadas en las escuelas o con grupos infantiles de teatro. Recuerdo una sobre El sueño de una noche de verano que resultaba de lo más alentadora y fantasiosa. Unos años más tarde, entrado ya en la adolescencia, vi en el Romea la versión de La tempestad que hicieron Jorge Lavelli y Nuria Espert, que para aquel momento ya era una versión atrevida y bastante diferente… con un decorado que, oh sorpresa, también era una caja hermética de madera con puertas y ventanas secretas. Con todo esto quiero decir que es bueno que Shakespeare se adapte a diferentes públicos, experimente con nuevos lenguajes (Rigola y Bieito lo han hecho en numerosas ocasiones) e intente acercarse a los jóvenes. De hecho, es bueno incluir a los jóvenes cuando se piensa un espectáculo y se intenta llevar al siglo XXI un texto de hace más de 400 años. El problema, sin embargo, es que se tenga una imagen estereotipada de esta juventud o que se piense que la única manera de llegar es recortando, reduciendo o simplificando.

Vaya por adelantado que la versión de Joan Yago (adaptación) y David Selvas (dirección) tiene aciertos bastante remarcables, como las escenas en paralelo, las apariciones que tiene Julieta antes de morir o el final musical con Nina Simone de fondo. Ahora bien, resulta preocupante que los subtítulos de la canción de Simone emocionen mucho más que todos los versos shakespearianos escuchados hasta aquel momento… Creo que el montaje tiene mucho más en cuenta la forma que el texto en sí. Se da poca importancia a la palabra y a la manera de decir el texto (Guillem Balart y Xavi Ricart serían la gran excepción) y se prioriza la imagen o el efectismo de cualquier coreografía. También a momentos parece que estemos en una comedia, y no tanto por algunos personajes en concreto (la Dida o Fray Llorenç siempre se prestan un poco) sino por la potenciación de un estilo determinado que a mí me parece de otra obra.

Sea como sea, y me parezca a mí lo que me parezca, este Romeu i Julieta tiene una larga vida y está destinado a acercar muchos jóvenes al teatro. En la función a la que asistí tenía al lado una chica de 12 o 13 años que vivió los giros argumentales de la obra con entusiasmo, sorpresa y expectación, cosa que ya nos gustaría a muchos de nosotros cuando nos acercamos a un clásico. También es cierto que hablaba, tenía el móvil conectado y comía croissants de chocolate, aunque esto ya es otra historia… porque está claro que el público tiene que ir cambiando pero las formas de ver un espectáculo -para bien o para mal- también están destinadas a cambiar.

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