Roc Esquius abandona la ciencia ficción que tan bien ha tratado en obras previas (Sàpiens) y nos lanza a la cara la obsesión por las redes sociales, la dependencia del reconocimiento y halago de los seguidores, medir el éxito social por los likes (o “agradaments” en versión queca) que conseguimos y la locura de todo ello. Esta dependencia extrema ya se ha tratado en otras propuestas pero no, salvo error mío, en el ámbito laboral. Si por un like ya hacemos el ridículo, ¡qué no estaremos dispuestos a hacer cuando de estos likes depende nuestro precario trabajo!
Un espacio de estos tan modernos de coworking donde cuatro «emprendedores» tratan de sacar adelante sus proyectos. La exposición a las redes hará que se centren en conseguir visibilidad para sobrevivir laboralmente, en un juego creciente que los supera. No haremos spoiler de esta espiral simpática a ratos, dramática a otros, grosera y exagerada, sí, pero no irreal: ¿os habéis fijado en cómo circulan videos de accidentes, atentados, agresiones … donde la gente esta grabándolo más preocupados de no perder el enfoque que de pedir ayuda o intervenir?
Con un reparto entregado que nos entrega buenas interpretaciones y donde (no pasa a menudo) los gritos no están fuera de lugar.
Lo mejor: el final, brutal más que por los hechos en sí, por la reacción que despierta en una de las protagonistas.
Lo menos mejor: como (me) pasa a menudo, tal vez un recorte le iría bien. Una vez establecido el enfermizo y adictivo juego establecido, se hace un poco repetitivo y tarda en llegar el brutal desenlace.
La frase. Me invento una vida y la subo al Insta.