La escena teatral barcelonesa está llena de múltiples formas de vivir el teatro, de disciplinas diversas, de miradas diferentes … De todas las experiencias el espectador puede sacar un rédito y una riqueza. El teatro tiene eso, siempre aporta, porque está vivo, sucede ante tus ojos, al momento, en caliente.
A la salida, puedes adoptar una postura de análisis: qué te ha gustado, qué cambiarías, que se puede mejorar, qué te ha decepcionado, qué te ha sorprendido … Con Rita, nada de esto sucede. No hace falta el análisis, porque es una sensación redonda. Si abres la mente y el corazón ante la escena, y más si la vives en primera fila (como la madre, Rita, figurada, que convive con el público sin saberlo ni ella, y que se ve obligada a aguantar cuando entraría en la escena si la dejaran), la esencia del texto de Marta Buchaca y la excelente interpretación de Anna Moliner y David Bagés te entra como una exhalación. Te invade. Querrías que no acabara.
La interacción entre los dos hermanos tiene todos los matices. Todos nos podríamos ver reflejados en sus debilidades y en sus virtudes, en sus vínculos y en sus desafecciones. Y en el amor puro por la madre. Qué alegría, esta capacidad para hacerte sentir que, a pesar de la comicidad de los diálogos, todo parezca tan real. La inquietud, el nervio y el carácter de Toni y las dudas, la sensibilidad y la inocencia infantil de Julia encajan perfectamente en el cuerpo de dos actores que emocionan.
¿Y Rita? La delicada proeza de utilizar la dignidad de una madre y la de una perra, con el mismo nombre, ambas acercándose al final de sus vidas, para plantear el dilema de la legitimidad para decidir sobre la muerte de los demás, merece un profundo reconocimiento de la excelencia de la autora y directora.
La escenografía, sencilla pero eficaz, permite el juego de los personajes, es la excusa para tantas escenas y te sitúa en el mundo de los recuerdos, de la buhardilla, los altillos, los sentimientos pendientes y las deudas aparcadas.
En resumen, una vivencia teatral en esencia. Una disquisición sobre la muerte a través de un espectáculo lleno de vida.