Viendo la obra da la sensación de que Gerard Guix, además de en El rey Ricardo III de Shakespeare, se ha inspirado en We need todo talk about Kevin, la espléndida y sórdida novela de Lionel Shriver. En realidad, la intención del autor es poner ante nuestros ojos la transformación de un adolescente, que pasa de ser un chico tímido e introspectivo a un ser manipulador, agresivo y violento. Y lo hace con la idea de que el público se cuestione si podría llegar a hacer algo para reconducir situaciones tan trágicas como la que nos plantea la pieza.
Lo cierto es que no es un texto cómodo, a pesar de que más que de texto tendríamos que hablar de guión… La obra está absolutamente repleta de pequeños movimientos y situaciones cotidianas que nos van mostrando, casi sin palabras o bien con breves fragmentos shakesperianos, el día a día de este protagonista tan especial. Un protagonista que en manos del actor Quim Àvila llega a sacudir al espectador y a sorprenderlo continuamente. En definitiva, un trabajo que se nos queda pegado en la conciencia y, tal como pretenden Gerard Guix y la directora Montse Rodríguez, nos acompaña a casa una vez finalizada la representación.