Sobrecogedor testimonio

Ragazzo

Ragazzo
25/02/2017

El teatro político o reivindicativo, tan sano y necesario para la cultura de una sociedad, es también un subgénero delicado. Algunas veces, resulta complicado hacer una denuncia ideológica sin caer en maniqueísmos, aleccionamiento moral o en trampas donde la fuerza del mensaje deseado se come todos los matices. Afortunadamente, Ragazzo es una de aquellas pequeñas grandes joyas escénicas que aparecen de vez en cuando para demostrar hasta qué punto vale la pena que exista este tipo de teatro, que su importancia no tiene límites y que la magnitud de su impacto es, ciertamente, catártica. El monólogo explica, con gran emotividad y sencillez, las circunstancias en las cuales, en 2001, un joven de 22 años fue asesinado por la policía durante una manifestación antiglobalización en Génova. El gran acierto de Lali Álvarez, como autora del texto y directora, es el de centrar el relato en la cotidianidad de la primera persona. Era tentador idealizar al protagonista, convertirlo en un mártir o un héroe para enaltecer la causa. Pero, lejos de esto, el espectáculo decide mostrarnos su cara más humana, consiguiendo así que su muerte parezca todavía más aterradora. Hay que decir también que el montaje funciona de una forma tan perfecta gracias al talento, lo entrega absoluta, la energía, naturalidad y dosificación de un Oriol Pla en estado de gracia que se lanza en cuerpo y alma a la historia para hacerla brillar como se merece. Por una vez, todos los tópicos de la crítica resultan adecuados a una propuesta: teatro necesario, imprescindible, impresionante, no os la podéis perder… Ojalá nos encontráramos más a menudo piezas tan redondas como ésta.

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