La magia de los textos de Mercè Rodoreda reside en el hecho que sabía narrar de una manera llana y directa los horrores de la guerra civil y la postguerra. Es por eso, que sus textos se han llevado tantas veces al teatro y a los medios audiovisuales, por su capacidad de explicar la realidad y el dolor de una manera asequible para todos los públicos.
El texto del cual parte esta obra narra el viaje de un joven (Adrià) que, atraído por la libertad que supone la guerra desde el desconocimiento, decide dejar su casa para sumarse al frente animado por un amigo. Una vez allí, descubrirá la realidad de la cual tanta gente huye.
Esta producción sorprende desde el primer momento por la capacidad creativa que demuestra a la hora de llevar este texto al escenario. Pocos elementos, que se transforman según las necesidades, y un espacio sonoro muy cuidado envuelven un espectáculo emocionante con un Biel Rossell que hipnotiza. Lo primero que impacta de la narración es la composición musical y el espacio sonoro creado por Biel Serena, quien va marcando el ritmo con efectos, notas musicales y audios en directo. Una escenografía auditiva que crea el ambiente exacto que necesita el texto en cada momento. Y en el escenario tres objetos: una mesa convertible y un par de barreños. Aquí es donde Rossell da vida a Adrià y su historia, su viaje al infierno, su ilusión convertida en miedo y desesperación.
Rossell hace un trabajo magnífico durante toda la obra, sus movimientos, sus facciones, todo su cuerpo se entrega a cada palabra que sale de su boca. Sus interacciones con los personajes con los que se cuza Adrià están trabajadas de manera meticulosa y natural. Todas las escenas interpretadas del texto están cuidadas al detalle, pero hay dos de concretas -donde se establecen interacciones entre el protagonista y otras personas- que ponen la piel de gallina por el impacto emocional que evocan y transmiten al público. Una vez más, en estos dos casos, la iluminación y el espacio sonoro son claves para poner el marco ideal a la interpretación de Rossell.
La obra es un ejercicio muy sincero y llano de la realidad de una guerra, no solo lo que se vive en el frente sino también a todo aquello que envuelve, influye y perjudica. Es ideal para acercarse a la obra de Rodoreda en pequeño comité y hacera accesible a los más jóvenes, aquellos que a veces no tienen paciente, pero que pueden descubrir esta maravilla de una hora.