Vicky Luengo llena el escenario. Unas tablas más bien sobrias, blancas, cuadriculadas, asépticas. Lo llena con su voz y su cuerpo, con su intensidad, su verdad. Y eso provoca que en la mente del espectador se articule un tribunal, un despacho de abogados, una sala de un hospital. Todo, gracias a su portento y a una muy buena dirección de Juan Carlos Fisher que no da puntada sin hilo.
En esta Prima Facie, como si de una ópera se tratase, Vicky Luengo se convierte en una extraordinaria Prima Donna porque no podemos pasar por alto el trabajo de voz que ha realizado. No da una sola nota cantada pero da la nota sin duda. Asume 100 minutos de atención distribuyéndolos inteligentemente, viviendo las transiciones, las menciones, los personajes, los tonos, las pausas. Te embauca para que no puedas despegar la vista de ella. En toda su plenitud.
Un mensaje necesario, bien articulado que ofrece las múltiples perspectivas de una situación tan controvertida que por desgracia se repite tan a menudo. Un golpe que aunque no quieras, te remueve, te hace reflexionar.
En un espectáculo que va de menos a más y un trabajo de interpretación excelente al que solo queda decir Bravo.