Las dificultades de dirigir a Labute

Pretty

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08/05/2016

Neil Labute es uno de los autores norteamericanos contemporáneos que más se representa en nuestros teatros. Su especialidad son las relaciones de pareja, o mejor dicho la guerra de sexos. Sirve casi siempre sus historias bajo el envoltorio de comedia, pero en el fondo son historias amargas, duras y los personajes tienen reacciones imprevisibles que pueden hacer mucho daño… Por lo tanto, dirigir una obra de Labute es peligroso y arriesgado, y si no se encuentra el punto justo se puede caer fácilmente en algunos vicios del teatro de boulevard. En su momento, Julio Manrique acertó de lleno con las modélicas y tan recordadas La forma de les coses o Coses que dèiem avui. En este caso, sin embargo, Marilia Samper no ha llegado, para mi gusto, al punto medio que requiere el autor y se ha dejado llevar por los chistes, el humor grueso y las salidas de tono. Hay algunos intentos de romper la cuarta pared y crear complicidad con el público, pero tampoco sé si eran necesarios ni si acaban de producir el efecto buscado. Las interpretaciones, por su parte, no están todas en el mismo tono, y sólo cuando la acción se calma podemos captar mejor los matices que a veces se pierden entre gritos. Pero, sea como fuere, creo que la obra tiene muchos de los elementos para convertirse en un éxito, puesto que el tono escogido rebaja sustancialmente la mala leche del original y suaviza un texto que, en mi opinión, tendría que dejar un regusto mucho más amargo al salir del teatro…

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