Una nave en Palo Alto es ideal por el ambiente frío (no es una metáfora) que Woyzeck necesita. El público a los lados, en dos hileras de sillas y un espacio infinito para que los artistas deambulen sin trabas. En medio de la nave una nevera de bar rodeada de cervezas: servidumbres del mecenazgo. Se ha acabado la escenografía. ¡Que empiece el milagro! Uno de los Woyzecks más redondos que se hayan podido ver en Barcelona en los últimos años. Ni una palabra de más. Ni un gesto en balde. Unos profesionales como una casa! Desde el director hasta el técnico de sonido (que, por cierto, es una criatura de corta edad). Quiero resaltar a Carles Gilabert en el papel de Woyzeck: Sencillamente caudal.
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